Capítulo 74.

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continuación...

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Pablo.

- Marizza: ¿Te podés apurar, amor?

- Pablo: No.

- Marizza: ¡Dale, va a venir Mía!

- Pablo: No voy a salir hasta que me prometas que eso que dijo Mía no es verdad.

- Marizza: ¿El qué?

- Pablo: Eso de "estar re perras".

Soltó una carcajada.
¿Qué le causaba tanta gracia? ¿Verme celoso?

- Marizza: Ay Pabli, no te enojes. Yo me voy a vestir como quiera, te guste o no. Además, ¿después en dónde voy a dormir?

Tenía razón, después iba a dormir conmigo en nuestra cama, no con otro tipo. Eso me relajaba un poco, saber que ella al final del día se quedaba conmigo y los demás le chupaban un huevo, pero pensar en como la van a mirar, desear y halagar por como se vista me daban demasiado celos. Yo no soy así, pero cambié desde que estoy con ella y lamentablemente mi inseguridad es algo muy notorio. Siempre tengo miedo de perderla o que se fije en otro, pero ella me tranquiliza cuando dice cosas como esas, cuando me besa o me abraza prometiendo que siempre me va a elegir a mí. Si, soy como un nene chiquito que tiene miedo de perder a su mamá por un hermanito nuevo. Soy patético.

Estábamos en la habitación, yo tenía mi ropa en mano y ella estaba tratando de empujarme al pasillo. En cualquier momento vendría Mía a que se preparen todo, ya eran las 20:37pm y todavía no nos habíamos bañado ni nada.

- Pablo: Bueno, tenés razón amor. Perdón, es que no me quiero imaginar como te van a mirar todos. ¿Te vas a poner algo muy corto?

- Marizza: Pablo, sos peor que una mina - rió - Tranquilo amor, si me pongo algo corto vos me lo vas a sacar cuando volvamos.

No podía esperar a volver y tenerla en la cama soltando gemidos y gritando mi nombre. Deseaba tenerla abajo de mí, suspirando mientras yo besaba su cuello, su zona baja, sus pechos. Después de la nalgada que le dí hoy en la playa deseaba darle más, nunca me habían llamado la atención esas cosas pero al hacerlo me había calentado mucho y quería probar eso. A ella también pareció gustarle por su gemido, así que podría consultarle.

- Pablo: Mmm bueno. Si es así entonces sí - sonreí pícaramente.

- Marizza: ¿Ahora sí te vas? Mía va a llegar y nos tenemos que preparar.

- Pablo: Dame un besito primero.

- Marizza: ¿Uno solo?

- Pablo: Los que quieras.

Sonrió y se acercó a mí, pegó su cara a la mía y me partió la boca en un efusivo beso. Metió su lengua al igual que yo, pude saborear cada rincón de su dulce boca. Se separó lentamente de mí y me dió besitos en toda la cara. Dios, cuanto amo a esta mina.

- Pablo: Te amo, mi amor.

- Marizza: Yo más, muñequito.

[...]

- Manuel: ¿Vos decís que ésto va?

- Pablo: Si mexicano, va.

- Manuel: ¿Vos qué te vas a poner?

Me había olvidado de que estaba desnudo con la toalla en mi cintura, pero pensar en mi hermosa novia me desconcentraba.
Estoy enamorado como jamás pensé estarlo, ni siquiera en mis mejores sueños había pensado en enamorarme así de una mujer, y menos de que iba a ser una mujer tan perfecta y hermosa como Marizza. Ella es tan buena, atenta, impulsiva, orgullosa, loca, dulce, humilde y simpática que me vuela la cabeza, me encanta. Además de que es hermosa y tiene un cuerpo de la puta madre, está buenísima pero eso no lo es todo, ella me lo demostró. La amo por su personalidad, no por su físico, aunque en realidad lo que primero ví en ella es su físico, su sonrisa, sus gestos, sus labios, si cinturita... como toda persona, es obvio. Todo el mundo vé primero el físico aunque lo nieguen, si no te atrae no te acercás, o si te acercas pero no te atrae y con el tiempo te gusta su personalidad, te termina gustando físicamente también. Es así, digan lo que digan.

Eterno amor.  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora