Capítulo 77.

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continuación...

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Mía.

05:28am.

- Pablo: Chicos, ¿vamos?

- Manuel: ¿Ya? ¡Pero si es muy temprano!

- Marizza: Si pero nosotros estamos cansados, Manu. Además tomamos mucho, no damos más.

- Manuel: Estos quieren irse a curtir - susurró en mi oído provocando que una risita escape de mis labios.

- Pablo: ¡Che! ¿Qué tanto secretean?

- Mía: Nada, nada. Vayan ustedes, nosotros nos quedamos.

- Marizza: ¿Haciendo qué? Ya es tarde, Mía.

- Manuel: Nos vamos a ver el amanecer a la playa.

- Pablo: Ah, bueno. Entonces nos vamos.

- Marizza: ¿Seguros?

- Mía: Sí Marizza, andá dale.

- Marizza: Bueno, nos vemos después tortolitos - rió.

Se despidieron y comenzaron a desaparecer entre la gran masa de gente, nosotros dos sonreímos y seguimos bailando.

Estos días que había pasado con Manuel fueron hermosos, todos y cada uno de ellos. Estábamos en nuestro mejor momento, disfrutando de nuestra compañía y nuestro amor, nos demostrabamos confianza, respeto, amor, todo lo que uno pueda querer en una relación. Nunca creí estar tan bien con una persona, tener todo lo que siempre quise y jamás pensé que podía ser real. Manuel es el hombre perfecto, al menos para mí, es un amor de persona, es dulce, tierno, honesto, gracioso, humilde. Es un mexicano trucho, pero muy lindo. Hermoso diría yo.

Hace algún tiempo que vengo pensando en la propuesta de Manuel. Esa propuesta que, aunque haya dudado mucho en aceptarla, me atraía lo suficiente como para hacerlo. Me sentía lista y preparada para ese momento, el problema era decírselo. En algún momento le dije que sería el primero en saber mi decisión, pero es que ¿Cómo se le dice a un chico que estás lista para tu primera vez?

--- Flashback ---

Martes 09 de julio. 11 días antes del viaje.

Manuel me daba besitos en la cara mientras sus manos jugaban con mi pelo. Él amaba eso, supongo, tocar mi cabellera y ahogarme en pequeños y dulces besos. Era un detalle muy tierno sentir sus caricias en mí.

- Manuel: ¿Amor?

- Mía: ¿Sí, mi amor?

Lo miré a los ojos, esos ojitos cafés llenos de un brillo especial, un color único y hermoso, capaz de hipnotizarme con tan solo verlos.

Estábamos en mi habitación, él sentado sobre la cama y yo en sus piernas, abrazando su cuello con mis brazos. Era una posición cómoda e inocente. Ambos nos mirábamos con detenimiento, observando cada facción del otro. O al menos eso hacía yo, fijar mi mirada en cada detalle de su hermosa y perfecta carita.

- Manuel: Quiero que... que hablemos sobre algo - tragó saliva.

¿Qué querría decirme?

- Mía: Dale, decime amor.

- Manuel: Lo que pasa es que, que no sé como te lo tomes. ¿Me prometes que no te enojaras?

Eterno amor.  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora