continuación...
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Mía.
La duda sobre ser suficiente para Manuel, ser linda ante sus ojos, me volvía loca. Eso es lo único que no me dejaba tranquila, lo que no me dejaba avanzar, aunque ya haya dicho que estaba completamente segura. Y es que sí lo estoy, sólo que ese miedo constante a no gustarle físicamente y no hacerlo bien, me torturaba. Pero eso no iba a ser un impedimento para hacer el amor con Manuel, ya que Marizza y sus respuestas a todo me estaban tranquilizando, ella estaba logrando que me aceptara, que aceptara a la Mía que nadie había visto jamás. Una Mía insegura de su cuerpo, con miedo de no gustarle completamente a alguien sólo por las imperfecciones que éste pueda tener.
Un silencio tranquilo y corto se hizo en la habitación. Marizza parecía pensar en sus palabras, meditando qué decirme con tal de ayudarme.
- Marizza: Mira, Mía, yo ya te dije, no tengo mucha experiencia. Pero en lo que te puedo ayudar es en eso, en contarte mi inexperiencia para que no te sientas así, porque no es un problema tuyo. No sos vos la que está mal o es que seas una insegura de mierda. Todas somos así. Es normal que en tu primera vez tengas esas dudas de no gustarle o no hacerlo bien, pero tranquila. No tenés que asustarte de nada, Manuel te ama como sos, con todo lo que eso conlleva.
¿Era Marizza la que estaba diciendo esas palabras tan lindas? ¿De verdad estaba siendo tan cuidadosa conmigo?
No digo que no me guste, es más, me encanta que nos llevemos así. Es sólo que es muy raro que ella se mantenga así conmigo; tan tierna, por así decirlo. Pero amaba conocer éste lado de Marizza Pía Spirito, mi hermanastra.
Supongo que Pablo ayudó mucho en eso, gracias a él ella es quien es ahora, una persona mejor y con menos miedos e inseguridades. Simplemente estaba sacando a relucir una mejor versión de sí misma, una más confiada y cariñosa.- Mía: ¿En serio crees eso?
- Marizza: Obvio que si, Mía. Vos sos una gran persona, y sos hermosa, deberías saberlo. Y no te lo digo sólo porque yo te quiera, es porque es la simple verdad.
¿Había dicho que me quería?
- Mía: Yo también te quiero, hermanita - sonreí - Gracias por tu ayuda, me re serviría que me cuentes. Aunque tampoco quiero detalles de como tenés relaciones con Pablito - reí.
- Marizza: Tampoco te las iba a dar, hueca. Lo que mi novio me hace queda entre él y yo, así nadie lo desea - rió.
Uf, como si fuese a desear al tarado de Pablo, ¡Ja!
Marizza comenzó a relatar su primera vez, contándome cada detalle romántico que jamás esperó en Pablo. Claro, sin decirme las guarradas que hacían o decían, eso es algo vergonzoso para ella, supongo.
Pude ver como sus ojitos brillaban a medida que recordaba las caricias de Pablo y ella, se notaba como con sólo recordar su primera vez se ponía feliz. Me alegraba demasiado por ella, que haya sido tan lindo momento a pesar de ser inexperta, vírgen. Él la había hecho sentir como una verdadera mujer, le había dado todo lo que ella necesitaba para sentirse segura, segura de amarlo y quererlo como a nadie. Se notaba en sus ojos como la hacía felíz estar junto a él, lo amaba con cada pedacito de su alma y hasta yo podía darme cuenta de ello.A la vez, su relato tan hermoso y romántico me ayudó, de alguna forma. Escuchar como ella tenía mis mismos miedos, inquietudes, y hasta incluso inseguridades, me hacía sentir bien. Creía que si ella pudo superarlos, yo también podría hacerlo. Cualquier persona podría, por más grande que sea el problema, con amor y ayuda del otro lado de la cama se podría. Hablando sexualmente, claro.
Creo que después de oír como sus miedos desaparecieron al sentir el cuerpo de Pablo unido al de ella, me sentía más segura todavía de mi decisión. Sentía que ahora sí estaba segura del todo, que nada iba arruinarme ese momento, y que estaba en lo correcto al elegir a Manu para darle mi virginidad.La virginidad está tan sobrevalorada que hace que le tengas miedo, miedo de equivocarse a darla. Miedo de que tu primera vez no sea como esperas o como te la cuentan: tan perfecta. Pero la realidad es que todas las primeras relaciones sexuales en la vida de una persona son diferentes, ninguna va a doler lo mismo o gustar lo mismo. Y está bien, así es como debe ser. Es aburrido que todo sea igual, que todos los organismos reaccionen de la misma forma. ¿No?
- Mía: Una última pregunta y no te jodo más, porfi - junté mis manos en forma de súplica.
- Marizza: A ver, decime.
- Mía: ¿Cómo sabés si a él le gustó? ¿Pablo te dijo que le gustó? Porque que sé yo, capaz no lo hago tan bien y a Manu no le gusta.
Ella dudó ante mi pregunta, como si estuviese buscando las palabras correctas para decir lo que ella pensaba, a su manera para que yo pudiese entender.
Enarque las cejas pidiendo que conteste.- Marizza: No sé, Mía. Eso es depende de ustedes dos. Puede que a Manu le guste como lo hagas, puede que no, pero es tu primera vez, Mía, no creo que sepas muy bien que hacer. Por lo menos yo no sabía, supongo que al ser la primera vez que haces eso es casi obvio que no sepas como hacerlo. Manuel te va a decir al menos algo después de eso, puede que te diga que la pasó bien, que fué la mejor noche de su vida, o cualquier cosa que se le cruce por la cabeza.
- Mía: Eso no me tranquiliza mucho que digamos...
- Marizza: Es que no sé que decirte, porque no sé como va a ser tu primera vez. Vos confía en él, en vos, en tu decisión. Después todo va a ir pasando, pero todo lleva su tiempo, no apresures saber lo que va a pasar. Disfrutá, déjate llevar, Mía.
Ella estaba diciendo lo justo y necesario para calmar mis nervios, decía la verdad y era muy honesta. Sin embargo, no decía cosas abrumadoras ni nada que pudiera hacer que yo me sienta mal o algo por el estilo, y eso me ayudaba más. Ella sabía que palabras usar y como alentarme y apoyarme siendo ella, sin ser intensa ni muy cariñosa. Como siempre.
- Mía: Tenés razón, tengo que dejar de maquinar tanto mi cabeza y relajarme. Yo ya estoy segura de hacerlo, ahora sólo tengo que pensar en prepararme para cuando el momento llegue. ¿Vos decís que le diga que quiero que lo hagamos hoy? - solté un suspiro - No, no. Eso lo tiene que hacer él.
- Marizza: ¿Qué? ¿Qué tiene de malo, Mía? Si vos tenés ganas andá y decile eso, no seas machista. El hombre no tiene que dar el primer paso siempre porque sí.
Y otra vez tenía razón. Yo misma había dicho que estaba lista para hacer el amor con él, ahora no podía decir una boludez como esa. Cualquiera de los dos podía dar ese paso, no sólo él.
- Mía: Si si, tenés razón. ¿Entonces qué hago? ¿Voy y lo encaro?
- Marizza: Si es lo que sentís, hacelo - Se quedó en silencio y luego soltó una carcajada.
¿Ahora de qué se ríe ésta boluda?
- Mía: ¿Qué pasa?
- Marizza: Es que... que viste que ahora parezco psicóloga, una tía solterona contando sus anécdotas para ayudar a su sobrina con su virginidad - rió - Yo nunca doy consejos, Mía.
- Mía: Si pareces una tía solterona, pero la mejor - reí - Gracias por ayudarme, en serio. Sos una grasa, pero te quiero igual.
- Marizza: Yo... y-yo también te quiero, huequita - sonrió.
Sabía que le costaba ser cariñosa conmigo, expresar sus sentimientos, o lo que sea. Pero me agradaba que cada vez se soltara más.
Nos unimos en un abrazo tan lindo que parecíamos hermanas unidas, aunque eso éramos sin darnos cuenta.- Marizza: Bueno, ya está. Mi imágen - sabía que no le iba a durar mucho.
Reí y nos separamos, ambas con una sonrisa en la cara.
Sos la mejor hermanita, Marizza.
Ahora sólo me faltaba una cosa: hablar con Manu y arreglar nuestra noche. La noche que tanto espero y deseo.
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Eterno amor. ©
FanfictionEn proceso. [Prohibida la copia parcial o completa de esta historia] © Ella Méndez.