Capítulo 24.

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*Capítulo anterior*

Me limpié las lágrimas y me fuí de ese lugar que me recordaba solamente sus frías palabras, me pegaba el sol en la cara, me dolían mis ojos rojos de tanto llorar, como pude entré al colegio sin ser visto y me metí en mi habitación, me acosté en mi cama a pensar en todo lo que había pasado hasta dormirme.

Narra Marizza:

7:00am

El sol parece estar bastante fuerte hoy, me pega en las mejillas secando mis lágrimas, lágrimas que no pude contener después de ver aquel Pablo tan débil, parecía realmente triste pero sé que sólo es una manera de manipularme para así conseguir lo que tanto quiere, verme hecha una mierda que llora todo el día, y aunque lo logró parece no ser suficiente para él.

¿Cuándo se va a cansar de lastimarme?

¿Acaso nunca quiso a nadie como para hacerme esto a mí?

La respuesta claramente es que no, Pablo Bustamante nunca quiso ni va a querer a nadie, es un muñequito de plástico que se cree perfecto por el simple hecho de ser un cari-lindo, cree que puede lastimar a quien se le cruce y hacer con él/ella lo que se le antoje. Nunca creí que podía ser alguien así, cuando lo conocí obviamente pensé que era un estúpido rubio ojos azules con careta como casi todos los de este colegio, pero nunca pensé que iba a hacerme esto a mí.

¿Cómo me dejé engañar así?

¿Tan estúpida puedo ser?

O será que en el fondo siempre lo supe, pero preferí cerrar mis ojos y oír sus mentiras, sonaban más dulces y hermosos sus "Te quiero, mi amor" que oír la verdad, dejando un amargo sabor en mi boca, que costaba tragar por lo que éste podía afectarme.

Entré a mi habitación después de tanto, solté una bocanada de aire que no me había dado cuenta hasta ahora que retenía. Observé que las chicas no estaban en sus camas y que éstas estaban ya armadas, menos la mía que no tenía sus sábanas, por lo que me dispuse a colocarlas y distraer un poco mi mente de Pablo.
Coloqué con cuidado la segunda sábana mientras me preguntaba el porqué de la mentira de Pablo, sí, cuanto más quería dejar de pensar en él, más estaba en mi cabeza dando vueltas. Nunca lo dejé explicarse ahora que lo pienso bien, no le dí el beneficio de la duda, pero siento que es lo correcto, si lo hizo fué porque quería burlarse, no iba a ser tan estúpida de caer de nuevo en su jueguito, no iba a darle el gusto de verme mal otra vez a causa de él.

Una vez que mi cama ya estaba armada y mi ropa guardada en su lugar, salí disparada al bar, me moría por ver a las chicas y en este momento estaban en recreo, así que supuse que se encontrarían ahí. Dicho y hecho, estaban ahí sentadas de espaldas en la primer mesa donde nos sentamos siempre. Le tapé los ojos con cuidado a Luji y cambiando el tono de mi voz le dije

- Marizza: ¿Qué hace señorita Linares?

- Luján: ¿Qué querés?

- Marizza: *ya con su tono de voz* Epa, qué es esa manera de recibirme?

- Luján: *se voltea* Marizza!

Sonrió y saltó a mis brazos, dejándome sin aire pero feliz de verla.

- Luján: Volviste *sonriendo*

- Marizza: Y sí Luji, obvio que iba a volver

- Luján: Te extrañamos mucho con santa Luna, por qué te fuiste sin decirnos nada?

Al ver cómo cambió su expresión de felicidad a enfado, evité su pregunta corriendo a abrazar a Luna, que miraba con adoración la escena.

- Luna: Marizza, te extrañamos mucho! Cómo estás?

- Marizza: Bien, sobreviví a un entierro con el viejo decrépito ese *riendo*

- Luna: Ay Marizza, no digas así, es tu papá

- Marizza: No es mi papá, solamente puso el esperma, nada más

- Luna: Igual, te quiere Marizza

- Marizza: Que raro santa Luna, no importa, las extrañé

- Luján: Y entonces por qué te fuiste si no querías?

- Marizza: Eso no importa ahora, lo importante es que volví y que tengo muchas ganas de que salgamos juntas

- Luna: Vos decís?

- Luján: Cuándo?

- Marizza: Ay sí Luna, hay que salir, mover un poco y conocer chicos nuevos *sonriendo pícaramente*

Reímos juntas ante mi comentario y ellas aceptaron a salir todas juntas mañana, ya que era viernes.
Después de una larga charla con ellas entre risas, historias de Nico y Luna, chismes sobre Mía y Manuel, etc, volví a mi habitación para buscar algo de ropa e ir a bañarme.

Dejé que el agua caliente cayera sobre mis hombros, relajándome y consiguiendo algo de paz, cosa que había costado tener desde Pablo.

Casi nadie se había percatado de mi presencia en el colegio, ya que en el bar no había mucha gente y por suerte no me crucé a ningún tarado de mi salón, sin contar a Pablo, claro. Estaba planeando que mañana todos se sorprendan de verme nuevamente en el salón, aunque de sólo pensar en estudiar me daba asco y me aburría.

Sonó mi teléfono sacándome de mis pensamientos, contesté sin mirar el nombre de la pantalla y me arrepentí al instante.

- X: Marizzita

- Marizza: Qué querés mamá?

- Sonia: Que manera de hablar a tu madre mi ciela, quería saber como estabas, si llegaste bien al colegio como no me dejaste ir a verte

- Marizza: Si estoy bien mamá, el sábado te voy a ver, te extrañé apenitas

- Sonia: *levantando la voz* Ay en serio mamita, que alegría, yo también te extrañé mucho hijita, no sabes la falta que me hicis

- Marizza: Bueno ya está mamá, ni exageres, te extrañé porque tenía que ver al viejo ese que elegiste para tenerme y prefiero ver gu cara arrugada que la de él

- Sonia: Mi cara arrugada? No tengo la cara arrugada Marizzita, eso le pasa a los viejos

- Marizza: Y vos qué sos mamá?

- Sonia: Apenas te llevo unos añitos mi ciela, soy jóven todavía

- Marizza: Bueno tenés razón, entonces no tenés problema de que mande tu DNI a un diario no?

- Sonia: MARIZZA, no por favor, está bien, no te molesto más

- Marizza: Bueno mejor, chau mami

- Sonia: Chau cielita, te quiero mucho cuid-

Sin dejar de termine su drama le corté, por qué tiene que ser tan insoportable?
La quiero, es mi mamá pero es muy pesada, siempre es el centro de atención, con sus dramas, su cuerpo lleno de curvas, su cara hermosa, ella siempre tan perfecta y yo tan sapo. Por eso será que Pablo me hizo eso, estoy segura de que a mi mamá nunca se lo hicieron.

Me desperté y así comenzó un nuevo día horrible en ésta cárcel de conchetos, chanchos y mentirosos. Mi rutina de cada día siguió como siempre, baño, uniforme, comida, salón.

Estaban todos sentados en sus bancos, podía ver a Pablo buscando con la mirada algo pero al no encontrarlo bajó la cabeza, mejor, que sufra por lo que sea que haya perdido.

Entró el chancho y comenzó con su discurso de cuarta para decir que había vuelto de mi viaje a Italia, cuando por fin lo dijo, con desagrado, entré al salón, viendo a todos con la boca abierta al verme, me puso algo nerviosa pero igual no iba a demostrarlo, Marizza Pía Spirito nunca se asusta ante una situación algo vergonzosa.

Eterno amor.  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora