Capítulo 27.

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*Capítulo anterior*

Nuestro beso poco a poco se fué volviendo más apasionado, moviamos nuestras bocas con desesperación, con necesidad, me separé de sus labios para mirarla a los ojos, posteriormente bajé mis labios a su cuello para dejarle un rastro de beso, oía como suspiraba y eso me hacía quererla más, saber que ella sentía lo mismo que yo en ese momento.
Volví a buscar su boca desesperado, sentí nuevamente el calor de sus labios y el dulce sabor que éstos tenían, no quería separarme de ella por nada en el mundo.

Narra Marizza:

No podía creer lo que decía Pablo, me estaba volviendo loca, parecía tan dulce, tan tierno con sus palabras. Miré fijamente su boca y observé como sus labios carnosos soltaban esas cosas tan lindas. Necesitaba besarlo, sentirlo, amarlo, necesitaba que me quiera tanto como yo a él y que nada de lo que pasó haya sido real, necesitaba que él y yo empecemos de cero, como si todo hubiese sido una pesadilla y nada más que eso, necesitaba volver a besar esos labios y oír como me dicen "Te quiero, mi amor" con esa dulzura que sólo él tiene para decir las cosas.

Quería decirle que lo quiero, que lo quiero a él, entero, con sus defectos y sus virtudes, con sus besos y sus caricias, con su pelo suave y sus ojos que me derriten con sólo mirarme, con su boca perfecta que al abrirse deja ver una sonrisa única, con sus "Te quiero" y sus apodos cariñosos, con su manera de ser, lo quiero a él y sólo a él.

- Marizza: Pablo, yo...

Pero antes de que pudiera decir algo, me besó, me besó como nunca. Nuestros labios se unían perfectamente con ternura, volviéndome loca de amor.
De un momento a otro pasó de ser un dulce y tierno beso a uno fogoso, con necesidad, con deseo, no podía parar, ni tampoco quería. Él se separó de mi boca para mirarme a los ojos, dejando recorrer por mi cuerpo electricidad, mientras mis labios se volvían fríos sin el contacto de los suyos, pero al sentir sus besos en mi cuello el calor de mis labios volvía, y mi mirada estaba perdida, yo estaba perdida, estaba perdida en él.
Buscó mi boca desesperadamente y volví a probar el sabor de sus labios, esos labios que me vuelven loca a tal punto que yo no sabía que existía.
Comenzamos a caminar pegados mientras nuestras bocas seguían unidas, él me apretó con fuerza en una pared de éste sucio acoplado provocando que se escape un gemido de mi boca, deslizó sus manos por mi cintura hasta llegar a mis caderas.
Nos separamos lentamente, no iba a pasar nada más que un beso, uno que jamás me habían dado y que gracias a él disfruté. No era momento de perder mi virginidad, no con él y menos acá, eso ya era algo que no estaba dispuesta a darle, bastante jugó conmigo, no soy tan estúpida para dejarlo continuar. Pero comienzo a sospechar que su intención no era robar mi virginidad, estoy empezando a comportarme como una loca, y eso es su culpa.

Nuestra respiración estaba agitada, y pude ver como tenía sus mejillas coloradas, estaba avergonzado?

- Pablo: Perdón, yo eh... No quise...

- Marizza: No importa Pablo, me tengo que ir

- Pablo: Pero, y que va a pasar con nosotros?

- Marizza: Nosotros?

- Pablo: Sí, ese beso de recién...

- Marizza: Pablo, no hay un "nosotros", fué un beso nada más, olvidate de eso y listo

- Pablo: Qué? Que me olvide de eso? No significó nada para vos?

- Marizza: Eh, no. Yo no sentí lo mismo que sentía cuando me besaste

- Pablo: Qué querés decir con eso?

- Marizza: Que ya te olvidé Pablo, supéralo

- Pablo: No Marizza, yo sé que te gustó el beso tanto como a mí, no podés mentir, tus ojos no mienten.

Eterno amor.  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora