Capítulo 60.

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continuación...

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Pablo.

Desperté con unos suaves besos en mi cuello, besos que me gustaban demasiado.
Marizza estaba rara, me besaba de una forma distinta, algo que me encantaba pero que no podía aprovechar sino no iba a recibir más de sus besos.
Como pude la paré para que esto no termine conmigo encerrado en el baño. Pero parece que fallé porque un rato después me pido que le ate un bikini y no me pude controlar.
Ese corpiño negro le quedaba espectacular con las tetas que tiene. Y la tanga negra dejaba ver completamente su enorme y hermoso culo. Esto era demasiado para mí.

Mientras que yo estaba atando su bikini, se le cayó mi maya al piso, pero al levantarla su culo chocó con mi entrepierna. Esa fué la gota que rebalso el vaso. La saqué rápidamente del baño y me concentré en una sola cosa. La segunda erección que tenía desde que llegamos a México.
Marizza me avisó que me esperaba abajo y eso me tranquilizó, así podía pajearme tranquilamente sin que ella lo note.

- Pablo: Dale Pablo, tenés que controlarte más - me dije en voz alta.

Una media hora después bajé a recepción y vi a Marizza con su bikini y un vestido corto, muy corto, transparente. Se podía ver perfectamente su cuerpo, no servía de nada esa fina tela para cubrir.
Y junto a Marizza estaba un chico rubio y alto. ¿Quién carajo es?
Me acerque a ellos y le planté un beso a Marizza para dejar en claro que yo soy el novio. El pibe se fué pero yo sabía muy bien que él se la quería comer al igual que todos los pibes que la ven.

[...]

Estábamos en la playa, Manu y yo jugando con una pelota mientras que las chicas se acomodaban para tomar sol.
Marizza se veía hermosa con su bikini, su cuerpo era perfecto y su cara era tallada por los mismos dioses. ¡Que mina perfecta que me tocó!

Mi novia me sacó de mis pensamientos.

- Marizza: Amor

- Pablo: ¿Qué pasa, mi amor?

- Marizza: Necesito que me hagas un favor

- Pablo: Si, decime

- Manuel: Pollerudo - fingió toser

- Pablo: Cállate vos boludo

- Mía: Amor, ¿vamos a comprar algo para tomar?

- Manuel: Obvio mi reina

- Pablo: Dominado - me burlé

- Marizza: ¡Dale Pablo! - me gritó

- Pablo: Ya voy mi amor - corrí hacia ella

Manuel soltó una carcajada y siguió a Mía a donde sea que fuese a comprar.

- Pablo: ¿Qué pasó?

- Marizza: ¿Me podés poner protector?

- Pablo: Obvio - quise poner un poco en su panza pero ella me quitó.

- Marizza: No Pablo, en la espalda digo. En la panza me pongo yo amor - rió

- Pablo: Ah... Eh, sí dale

Ella se volteó quedando boca abajo y con su culo a plena vista.

- Marizza: Pásame en todos lados porque yo no llego

- Pablo: Ehh... b-bueno

Comencé a masajear su espalda mientras dejaba protector por toda su suave piel. Tragué saliva al observar su perfecto trasero. Firme y Turgente.

- Pablo: Listo amor

- Marizza: No Pabli. Te faltan las piernas

- Pablo: ¿También?

Eterno amor.  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora