Vestimenta de Marizza en multimedia.
Marizza.— Dejame ayudarte, Marizza. ¡Por favor! — Juntó sus manos en forma de súplica mientras alargaba las palabras.
— Dale, ayudame. Pero nada de tocar mi pelo, eh. Bastante hueca sos, mirá si me lo arruinas.
— Mía Colucci nunca arruina nada, querida. Ahora vamos a lo importante. — Chilló dando saltitos.
Cambia la cara de orto, dale. Es sólo un poco de ropa con Mía.
— Sí,si, como digas. ¿Y vos? — Pregunté con interés. — ¿Cuándo te vas a preparar para tu noche de sexo desenfrenado con Manu? — Dije divertida.
— No seas grasa. Aparte, no es sexo, es hacer el amor Marizza.
— Es lo mismo. Con Pablo hago el amor, pero para mí lo de los demás es sexo, punto.
Ella rodó los ojos.
— Como digas. Y si, me voy a preparar pero primero quiero prepararte a vos así se me pasan un poco los nervios.
— No estés nerviosa, vas a disfrutar como nunca. — Sonreí — Eso sí, no vas a querer parar después de probar.
— ¿Tan placentero es?
— Y... con decirte que con Pablo lo hacemos todos los días casi. Desde que supe que la cama no es sólo para dormir me cambió. Ahora tengo ganas de curtir todo el tiempo, pero que sé yo.
— ¿No tenés vergüenza de decírmelo?
— No. ¿Por qué? Si vos estás por comerte a Manuel. — Reí.
— Bueno, basta. Concentremonos en la ropa que es lo más importante de todo.
Rodeé los ojos.
Después de haber tenido una tarde perfecta con Pablo, él se fué a la habitación de Manuel para ayudarlo con la noche de él y Mía. Me contó porque lo tengo dominado, obviamente, pero eso ahora no importa.
Mía vino a mi habitación y comenzamos a hablar sobre ella y Manuel, pero también hablamos de mi noche con Pablo.Hoy íbamos a salir a comer según me dijo él, así que debía ponerme linda y después él vendría a buscarme para que salgamos juntos. Hace mucho no lo hacíamos, además de la noche de mi primera vez, claro está. Por lo que necesitábamos una noche nosotros solos, una salida romántica y mucho amor, ya que últimamente lo único que hacemos es curtir todo el día. Aunque no me molesta, eh, lo disfruto bastante. Pero a veces extraño salir con mi muñequito y disfrutar de su compañía sin hacer el amor todo el tiempo.
— Debería ir a la peluquería, ¿no creés?
— No Mía, no hace falta. Te hago cualquier mamarracho en la cabeza y te queda bien igual. — Reí.
— Que graciosa sos, che. Yo creo que si me dejo el pelo lacio como siempre lo voy a aburrir. Nunca me hago otro peinado.
— ¿Y si te hacemos algunas ondas en las puntas?
— Ah, eso podría ser. Lo único que me falta es elegir que ponerme. ¡Por Dios! — Gritó.
— ¡Ay! ¿Qué te pasa?
— ¡No tengo que ponerme! ¿Qué hago? ¿Me ayudas a elegir?
— Sí, tranquila hueca. Tu única neurona va a explotar.
— Cállate. Ahora ponete eso que elegí a ver si te gusta.
Miré la ropa que descansaba sobre la cama y la verdad no me disgustaba para nada. Era un vestido negro con flores que llegaba hasta mis muslos, tenía un escote cuello en v y era ajustado en la cintura con algunos volados que caían por la cadera hasta los muslos. Suelto por debajo y apretado por la cintura y pechos, simple y perfecto para mí.
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Eterno amor. ©
FanfictionEn proceso. [Prohibida la copia parcial o completa de esta historia] © Ella Méndez.