Capítulo 32.

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Maratón 5/5

*Capítulo anterior*

Abrí la puerta enojado dejando pasar a Mía y salí dando un portazo, esto era mierda.

¿Cómo podía decir todo eso?

Es obvio, no me quiere, nunca me quiso, y yo como un tarado atrás de ella. A partir de hoy Marizza murió para mí, ya no es nadie en mi vida.

Narra Pablo:

Me fuí a mi habitación y me encerré, la erección bajó después de pensar en frío todo lo de Marizza.

No puedo creer que de estar a punto de hacer el amor, ahora estemos a punto de distanciarnos para siempre. Hace solamente unas horas que estábamos besándonos, que estábamos bien, y ahora qué?

Pero no, esta vez ya me cansé, Marizza hace lo que quiere conmigo. Yo le mentí y me equivoqué mucho pero lo que ella hace conmigo es peor, me dice que me odia pero después me besa, me insulta pero me corresponde si yo la beso, me dice que no me quiere ver más y después borracha me busca. No la entiendo, no sé que es lo que quiere.

¿Querrá sexo nada más?

O tal vez está confundida, pero me hace mal todo esto.

Yo no voy a rogarle más, voy a tratar de olvidarme de Marizza Pía Spirito, está vez en serio. Es una decisión definitiva y no pienso cambiar mi parecer, ya bastante me marea ella con sus idas y vueltas.

Me pasé horas pensando en todo lo que me pasa con Marizza, necesitaba algo para poder sacarla de mi cabeza, pero qué?

Pensé y pensé hasta que se me ocurrió algo, no era muy buena idea pero tal vez servía.

¿Y si me ponía de novio con Sol?

Así Marizza no se acercaría a mí ni yo a ella, tendría a alguien encima todo el tiempo y no pensaría en la pelirroja, además podría aprovechar eso y bueno... Sacarme las ganas de Solcito, está bastante buena, por qué no?

Narra Marizza:

Al otro día me levanté tipo 12 del mediodía y fuí directo a bañarme, hoy tenía que ver al idiota ese de la cámara para que borre mis fotos. Me vestí diferente esta vez, me puse un vestido negro de tiritas que llegaba a mis muslos, pegado al cuerpo, y una remera blanca debajo con zapatillas negras.

 Me vestí diferente esta vez, me puse un vestido negro de tiritas que llegaba a mis muslos, pegado al cuerpo, y una remera blanca debajo con zapatillas negras

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Bueno, lo admito, quería verme linda para Simón.
Es un tarado por lo de la cámara, pero estaba muy bueno y encima es más grande que yo, eso me encanta.
Ojalá no sea tan idiota como persona, ya me dió una mala impresión con lo que pasó pero espero que eso nada más haya sido una confusión.

Necesito un hombre como la gente en mi vida, solo eso pido.

Después de vestirme y peinarme un poco le mandé un mensaje para avisarle que ya estaba lista.

Eterno amor.  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora