Capítulo 59.

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continuación...

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Marizza.

Desperté entre los brazos de Pablo, el amor de mi vida. Él tenía sus brazos rodeando mi cintura y mis piernas estaban entrelazadas con las suyas, era un despertar perfecto.
Corrí mi cara hacia atrás para poder ver la suya, estaba profundamente dormido.

Ya que estaba totalmente sola, mientras Pablo dormía, me puse a pensar en que hacer para que él sepa que estoy lista sin tener que decirlo. Es que me daba vergüenza usar esas palabras, todavía me sentía rara con sólo pensar en las palabras "quiero hacer el amor con Pablo". Pero bueno, eso son cosas que con el tiempo voy a superar y voy a tener la confianza suficiente para poder decirlo en voz alta, no?
Mi mente estaba bloqueada, ninguna idea me parecía lo suficientemente buena como para que Pablo lo interprete. Hasta que...

¡Bien Marizza!

Por fin una idea era lo suficientemente seductora para mí y no pude resistir a la tentación de llevar el plan que se repetía como palabras en mi cabeza, a acciones muy bien llevadas a cabo.

Mi plan era calentar a Pablo, con todo lo que pudiese. Usar cosas más apretadas y cortas era una muy buena opción, aunque tampoco quería ser un gato por lo que debía ser algo relajado, que no se note que me le quiero tirar. Calentarlo pero discretamente. Esa sería una muy buena idea, y comenzaría hoy.

Me acerqué a su cara, observando muy bien sus hermosas facciones. Comencé a darle besitos por toda la cara hasta bajar a su cuello, donde dejé un recorrido de besos húmedos y cálidos.
Él empezaba a moverse hasta que por fin se despertó. Yo seguía dejando besos por su hermoso cuello.

- Pablo: Amor, buen dia

Subí hasta su oreja y con cuidado mordí un poco el lóbulo de ésta. Él se tenso un poco.

- Marizza: Buen día bebé - dije casi en un susurro

- Pablo: Que cariñosa estás hoy eh

Me alejé de su oreja y lo miré a los ojos.

- Marizza: ¿No puedo despertar a mi novio con besitos? - hice un puchero con mi boca

- Pablo: Obvio que si mi amor - me dió un tierno beso en la naríz

Ay Pablito, sos tan lindo amor.

- Marizza: ¿Entonces puedo seguir?

Me acerqué nuevamente a su cuello, dando besitos cortos hasta que los transforme en besos más profundos. Comencé a chupar su cuello mientras que sentía como Pablo se tensaba.

¡Vamos Marizza!

Seguí pero de un momento a otro me sacó y me miró con el ceño fruncido. Parecía enojado. ¿Por qué?

- Pablo: Nos tenemos que levantar - suspiré internamente.

- Marizza: Bueno. Podríamos ir a la playa con Manu y Mía, no? - su rostro se relajó

- Pablo: Dale, les mando un mensaje

- Marizza: Yo me voy a cambiar

Busqué en la cómoda una bikini y me metí en el baño. Estaba totalmente desilucionada. ¿Cómo puede ser que no afloje ni un poco? No se le movió un pelo con tenerme así cerca suyo.

Pensa Marizza, vos podés

De repente se me ocurrió una idea.
El bikini que tenía en mis manos era negro y debía atarse a los costados de la cadera, por lo que se me ocurrió pedirle ayuda a Pablo con alguna excusa tonta. Sin pensarlo lo llamé.

Eterno amor.  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora