Capítulo 84.

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continuación...

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Pablo.

Mi intimidad con Marizza era cada vez mejor. Podría decir que estábamos en nuestro mejor momento, disfrutando de el otro. Nuestra confianza estaba intacta, cada día teníamos más y amaba que sea así. No podría pedir nada más, ser feliz junto a ella era todo lo que quería.

Bajé a su zona íntima y miré con deseo su hermosa vagina. Le sonreí a mi novia y bajé mis labios hasta los suyos, los inferiores, claro está. Pasé mi lengua por su zona hasta llegar a su clítoris, donde hice algún tipo de movimiento con mi lengua que ella parecía disfrutar tanto como yo.

- Marizza: Ah... ahí amor - jadeó.

Sus gemidos eran lo más lindo que podía escuchar. Ella me agarró del pelo y me apretó más contra ella, hasta que no aguanté la tentación y penetré su vagina con mi lengua, haciendo algunos círculos. Con mi mano derecha comencé a tocar su clítoris mientras mi boca se encargaba de disfrutar el sabor de mi novia. Ella disfrutaba el placer que le estaba proporcionando, y eso era algo increíble.

Seguí con mis movimientos hasta que sentí como su cuerpo se tensaba y sus piernas se apretaban más, pero no podía moverme. Quería seguir ahí, entre sus muslos.

- Pablo: Dale nena, córrete para mí - jadee contra sus labios menores.

- Marizza: ¡Pablo! - gimió mi nombre.

Su cuerpo se relajó y un líquido escapó de su vagina con rapidez, así que yo, deleitandome con su sabor, lo lamí. Sus fluidos eran salados y deliciosos, no me podía cansar de eso. Me levanté y subí en la cama hasta estar sobre Marizza, quien tenía sus mejillas rojas y una notoria expresión de vergüenza.

- Pablo: Sos deliciosa, mi amor.

Ella sonrió con sus mejillas todavía sonrosadas y me besó en los labios, mordisqueo el inferior y metió su lengua en mi boca, al igual que yo y saboreé el dulce sabor de sus carnosos labios. Ella soltó un gemido al sentir mis dedos nuevamente en su zona.

No perdés el tiempo, Pablito.

Se retorció bajo mi cuerpo y, antes de que pueda reaccionar, se giró quedando sobre mí. Ella quería tener el control, y eso me encantaba.
Bajó por mi abdomen dejando besos cálidos y húmedos mientras sus manos iban acariciando mis brazos. De repente sacó su lengua y lamió cada centímetro de mi piel, a lo que yo solté un suspiro por la exitación que me producían sus caricias y besos. Ella siguió con sus besos hasta llegar a mi miembro, el cual estaba tan erecto que me dolía.

- Marizza: Hmm, ¿qué es esto?

Agarró mi pija con su mano derecha y la apretó sutilmente, sonrió y yo solté un gemido al sentir su tacto. Acercó su cara a mi erección y con su lengua trazó un círculo en mi glande, con sus ojos fijos en los míos.

- Marizza: ¿Qué pasa sí...

Dejó las palabras en el aire y con una gran sonrisa, metió mi pija en su boca. Sus labios subían y bajaban por todo el cuerpo, su aliento caliente y la fuerza con la que su boca apretaba mi miembro me volvían loco. Ella era un puto éxtasis, del más exquisito.
Gemí al sentir como apretaba más sus labios en mi glande, y los relajaba al bajar. La agarré del pelo y le metí la pija entera hasta ahogarla un poco. Ella sonrió maliciosamente al sacarse mi miembro de la boca, pero a los pocos segundos volvió a metérselo.

- Pablo: Si... si seguís así... voy a acabar, Marizza - jadee

- Marizza: Hmm, todavía no.

Dejó de chupar mi miembro y subió encima de mí hasta quedar a mi altura. Posicionó ambas piernas a mis costados y comenzó a hacer un torturante movimiento contra mi erección, provocando que me caliente más, si eso es posible.

Eterno amor.  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora