continuación...
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Marizza.
Caminamos hasta llegar a la playa, hermosa y cálida playa. Corrimos todos juntos y nos tiramos a la arena entre risas, aunque Mía se quejó un poco por su pelo, como siempre.
¿Quién iba a decirlo, no?
Que estemos ahora así, tan felices, tan unidos. Somos una gran y hermosa familia, aunque no pienso reconocerlo jamás, obviamente. Pero ellos se volvieron lo mejor que tengo, se volvieron esa parte de mí que nunca podría olvidar ni enterrar. Ellos son mis amigos incondicionales y con quienes cuento para lo que sea, al igual que ellos conmigo.
Creo que ninguno se esperaba que terminemos todos tan unidos, tan hermanos. Pero así fué y lo agradezco con toda mi alma.- Marizza: Pabli, ¿me pones protector?
- Pablo: Obvio, mi amor.
- Mía: Son tan empalagosos que me asquean - rió.
- Manuel: Tienes razón mi amor, dan diabetes.
- Marizza: Cállense que ustedes viven comiéndose a besos, son peor que nosotros.
- Pablo: Pero nosotros si curtimos - me susurró.
Mis mejillas tomaron un color carmesí enseguida y Pablo reía por verme así, muerta de vergüenza. Lo fulminé con la mirada y él subió sus manos inocentemente.
Ahora vas a ver, Pablito.
Sonreí para mis adentros e ideé un mini plan, como siempre.
- Marizza: Bueno dale amor, poneme el protector.
Él asintió y agarró el protector.
Vamos con el plan...
Me levanté y me saqué la remera casi en un abrir y cerrar de ojos, seguí por mi short así que lo hice lo más sensual posible. Comencé a bajarlo mientras me agachaba dándole a Pablo una muy buena vista de mi culo. Continué por mi bikini y desate la parte superior de éste, sosteniendo la tela sobre mis tetas para que no se vean. Pablo y Mía me miraban asombrados, Manuel sólo reía por sus caras.
- Pablo: ¿Qué haces, Marizza?
- Marizza: ¿Qué? No me vas a poner protector con la ropa puesta, amorcito.
Me recosté boca abajo tratando de mostrar lo mejor posible el culo, cosa que a Pablo le molestaba demasiado. Unos chicos que pasaban por ahí vieron el mini espectáculo que le estaba dando a mi novio y chiflaron.
- X: Que orto tenés, colorada - gritó uno y siguió caminando.
- Pablo: ¡Pelotudo de mierda! - gritó enojado - Marizza, dejá de hacer eso.
- Marizza: No hice nada malo. Dale, pásame la crema.
Él bufó mientras yo sonreía. Se arrodilló junto a mí y comenzó a pasar el protector por toda mi espalda, siguió por mis piernas y dejó para lo último mi culo. Apretó el envase y unas gotas blancas cayeron sobre mis cachetes traseros, puso sus manos en ellos y comenzó a masajearlos. Me dió una nalgada y solté un gemido, me quería morir de la vergüenza pero no podía controlarlo.
- Marizza: ¡¿Qué haces, Pablo?!
- Pablo: No me puedo resistir con ese culo que tenés, amor.
- Marizza: No hagas eso acá.
Para ser sincera si me gustó, pero no daba acá, en un lugar tan público. Aunque la idea de que cualquier persona podría vernos o que tenga que ser tan secreto me llama la atención.
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Eterno amor. ©
FanficEn proceso. [Prohibida la copia parcial o completa de esta historia] © Ella Méndez.