Vestimenta de Pablo en multimedia.
Pablo.
- ¿No creés que ya es hora de ir a buscarla?- Si eso quieres, hazlo. ¿Por qué tanto problema?
- Es que... no sé. Ni siquiera sé porque estoy así.
- Estás nervioso como si fueses a pedirle ser tu novia, eso pasa. - Sonó tan tranquilo y sereno que parecía que los nervios que tuvo todo el día habían cesado.
- Yo no me pongo nervioso, mexicano. Nada más que hoy quiero hacer algo especial, ya sabés, algo romántico. Marizza se merece lo mejor del mundo.
Yo no debería ponerme de este modo, ya salí mil veces con Marizza y hasta tuvimos relaciones. Manuel se debería portar como un completo idiota con nervios y manos temblorosas. Aunque si lo hacía, prácticamente desde que llegué a su habitación.
- Ya suenas tan cursi que me da diabetes. Yo tendría que estar nervioso, hoy tendré mi primera vez con Mía.
- Ya lo estás, me volaste la cabeza todo el día. ¿Te parece poco?
Él bufó rodando sus ojos.
Sí, estás hecho un pelotudo, Manuel. Los nervios te matan amigo.
Pero no puedo culparlo. Yo estaba igual o peor cuando preparé todo para la primera vez de Marizza. Para nuestra primera vez juntos.
- ¿Y si lo hago mal? - Rompió el silencio. - ¡Mirá si soy muy bruto y la lastimo! ¿Cómo hago para aguantar las ganas de hacerlo, ya sabés, más placentero para mí?
Ahí vamos de nuevo.
- Tranquilo Manuel, todo va a salir bien. A menos que tu cosita no te funcione. - Reí.
Él me fulminó con la mirada. Sí, estaba siendo muy bromista, y por lo general mis jodas siempre son de mal gusto, al menos para los demás. Pero a mí me divertía.
- Eh, no me mires así. En serio te digo Manu, en el peor de los casos tu cosita puede fallar. O capaz de lo diminuta que es Mía se arrepiente - Solté una sonora carcajada.
- No sé como Marizza te soporta, aún así con un mini pene y un cerebro más diminuto que una uña.
- Pregúntale, vas a ver porqué me soporta - Cerré mi ojo izquierdo con rapidez.
- Ya sé que te encanto, pero deja de guiñarme el ojo. Ya te dije, las rubias huecas como vos no me gustan - Rió.
Rodeé los ojos. Agarré una de las almohadas de la cama y se la lancé a la cara.
- Igual a mí no me gustan los mexicanos pajeros como vos - Una risa escapó de mis labios.
- Ajá, porque vos no lo sos.
- Yo no soy mexicano.
- Pero lo otro sí. Dale, dejá de pelotudear y preparemos nuestra belleza para las chicas. Hoy las matamos.
- Yo de última, vos ni competis al lado mío. Un rubio y ojos celestes gana a cualquiera.
- Si si, dale. Cámbiate mejor, rubia.
.
.
.
Que fachero sos Pablito, la puta madre.
Reí mentalmente. Faltaba una media hora para ir a buscar a mi novia e irnos de éste aburrido hotel. Bien, aburrido no es, sino que muy divertido gracias a las noches que paso con Marizza. Noches que casi no dormimos y disfrutamos metidos bajo las sábanas o bajo la ducha. Todavía seguía con ganas de más y más, pues cuando no teníamos relaciones con Marizza, me mataba no poder tocarla o hacer algo más que simples besos. Todo mi deseo sexual se calmaba con pajas, y eso no es precisamente lo mejor con las tremendas ganas que tenía de meter a Marizza a mi cama y no salir nunca más de ahí. Pero bueno, poco a poco.
ESTÁS LEYENDO
Eterno amor. ©
FanfictionEn proceso. [Prohibida la copia parcial o completa de esta historia] © Ella Méndez.