Códex Mitológico [EN EDICIÓN]

Hombres lobos: Ftíos

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Generalidad

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Con esta raza especial de licanes se unen dos grandes mitos de la historia: el hombre lobo como descendientes de Lycaon y las legendarias Amazonas.

Como ya se ha expuesto en apartados anteriores, muchos relatos señalaban a los hombres lobos como descendientes del primer lobo Lycaon o Licaón, de quien extraen su denominación científica, lycantropos. Donde Licaón (en griego Λυκάων) era un rey de Arcadia, hijo de Pelasgo (al que sucedió) y de la oceánide Melibea, de Cilene o de Deyanira.

Por otro lado, concluye también las míticas Amazonas, que según la mitología clásica, son gente de un antiguo pueblo conformado y gobernado íntegramente por mujeres guerreras, de dudosa base histórica, puesto que, a pesar de las diversas investigaciones, no hay claridad de sus orígenes siguiendo la mitología clásica. Así mismo, se señala que  las amazonas habían vivido en Terma (en la actual Región del Mar Negro de Turquía), cerca de la costa del mar Negro (Ponto Euxino), donde formaron un reino independiente bajo el gobierno de la reina Hipólita (la que deja sueltos sus caballos).​ Se suponía que habían fundado muchas ciudades, entre ellas Esmirna, Éfeso, Sinope y Pafos.

Ahora bien, estos dos mitos se unen en un mismo punto que, tras milenios, se han podido configurar en un origen en común: Ftía, una de las hijas del Rey de Arcadia, Licaón. Los ancianos afirman que la tribu ha sido la responsable de las Amazonas guerreras, las Ménades vengativas, la revuelta política de Lysistrata y las proezas militares de la Reina Bodacea.

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Historia

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Licaón era un rey culto y religioso, muy querido por su pueblo, al que ayudó a abandonar la vida salvaje que habían llevado hasta entonces. Fundó la ciudad de Licosura, una de las más antiguas de Grecia, y en ella erigió un altar a Zeus Licio. Pero su apasionada religiosidad le llevó a realizar sacrificios humanos, lo que degeneró su posterior metamorfosis. El filosofo e historiador Ovidio afirma que llegó al punto de sacrificar a todos los extranjeros que llegaban a su casa, violando la sagrada ley de la hospitalidad.

Enterado de esta aberración, Zeus se hizo pasar por un peregrino y se hospedó en su palacio. Licaón se preparó para asesinarle, pero alertado por algunas señales divinas, quiso asegurarse antes de que el huésped no era un dios, como afirmaban sus temerosos súbditos. Para ello hizo cocinar la carne de una de sus víctimas o de un esclavo, y se lo sirvió a Zeus. Éste montó en cólera y transformó a Licaón en un lobo.

Licaón fue padre de una numerosa prole (algunos autores afirman que llegaban a cincuenta), tenidos de distintas mujeres. Los hijos de Licaón eran famosos por su insolencia e impiedad, y sus crímenes llegaron a oídos de Zeus, que se disfrazó de viejo mendigo y acudió al palacio de los licaónidas para comprobar si los rumores eran ciertos. Los jóvenes príncipes tuvieron la osadía de asesinar a su propio hermano Níctimo y servir sus entrañas al huésped, mezcladas con las de animales. Zeus descubrió el engaño y enfurecido les echó una maldición que todos serían lobos como su padre Licaón y toda su descendencia.

Ftía, una de las hijas de Licaón, recibió directamente la maldición que Zeus le convocó a sus familiares y se convirtió en Loba, pero con la gran virtud de ser mujer y no así convertirse completamente en Lobo, sino lograr el control de ver, oír, percibir, recibir y transmitir el más mínimo cambio de humor y controlar de esa manera los momentos y las situaciones en las cuáles cambiaba de mujer a loba. Controló así su maldición de tal manera que no lo vio como una maldición sino como un don, dominándolo hasta el punto que la llevó a controlar y leer el cuerpo y el rostro por intuición, buscando minúsculas claves que adivinaran lo que se encerraba en las mentes de las personas.