T1C1: La Fiesta Mexicana

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Bienvenidos a Zwölfmex
Breve prólogo introductorio

          Cuando el ser humano no sabe qué rumbo darle a su vida, las situaciones del día a día empiezan a volverse hostiles, y es que la mente empieza a perder ciertos estímulos, al paso de los años, tanto físicos como psicológicos, influyendo en varios de los elementos clave de la personalidad individual, como podrían ser la fe, la seguridad, la confianza, la dirección, el código postal, la relación familiar y el dinero, entre muchas otras cosas. En situaciones adversas como esta, es donde hasta la misma mente empieza a ponerse obstáculos. Dichos obstáculos son, por lo general, muchos y muy diversos distractores, que le infieren a la vida misma resultados inútiles, experiencias innecesarias, y luego de todo aquello, hasta se entra en crisis. Habrá muchas lágrimas de por medio. Salir de este tipo de embrollos no es del todo sencillo, por no decir que nada. Se deben meditar las cosas y, de ser posible, es necesario pensar y pensar, principalmente, en qué diablos es lo que se quiere lograr, o a veces, ni siquiera te puedes dar tiempo de reflexionar a cerca de lo que estás haciendo, lo que estás viviendo, a dónde te llevará todo eso, gracias a los ya mencionados distractores. Como ejemplo perfecto de lo que nos ha sucedido a muchos de nosotros, tenemos a Abiatti Fragginson Pourway, o simplemente Abiatti, quien naciera en Guadalajara, México, por allá del 99'.

¿Por qué es él nuestro ejemplo perfecto? Bueno, pasa que Abiatti habría estudiado hasta 5 carreras sin concluirlas. Nunca diseñó algún plan de vida porque no tenía un sueño en sí. Se graduó en el 2025 en Doblaje de voz y nunca ha ejercido. También se graduó en 2029 en una escuela de pilotos de helicópteros, probando la misma suerte que con la anterior carrera, y, por si fuera poco, su vida amorosa dio un giro inesperado cuando su última novia, una astrofísica cosmonauta, decidió dejarlo "temporalmente" para irse a probar en la madre Rusia, ya que la NASA no la aceptó por presunta discriminación xenófoba y étnica. Desde entonces, el pobre no había sabido nada de ella, o al menos no, hasta el momento en que encontró fotos de la luna de miel de la mujer, con un chico que ni siquiera era extranjero y que, según lo que ha dicho un reducido sector de gente, el tipo no es ni la sombra de lo que es Abiatti hoy en día. ¡Vaya vida! Yo en cuanto me gradué en locución saqué chamba en Radio Gallito, conocí a mi esposa y ahora somos felices.

Y bueno, allí estaba Abiatti, un hombre de 39 años, inseguro de sí mismo —como siempre— logrando una nueva hazaña, de esas que no crees ni siendo testigo de ello. Dada su inseguridad, él mismo quería de sí algo mayor, algo de peso, que lo orillara a un extenso reconocimiento, teniendo en la mente que nunca es tarde para superarse, pero no era ni por mucho lo que él en un principio había alcanzado a pensar. De la mano de su estudioso amigo Vic Polipétalo, —un sujeto de su edad, quien estuviese en su generación de la carrera de biología de la cuál desertó— Abiatti se prestó para realizar algo muy arriesgado... ¿Probar una máquina del tiempo? Por favor, no, ¡qué cliché! En realidad se trataba de pilotear un avión, aprovechando el conocimiento de Abiatti al operar helicópteros (que no es nada parecido a un avión, pero bueno, aquí está su héroe, como sacado de Jackass). Dicho avión (o más bien, avioneta) era de muy bajo presupuesto.

—¡Gracias por nada, Conacyt! —pensó Vic y, como era de esperarse, la avioneta presentó fallos.

Muchos kilómetros adelante, tras el avistamiento y posterior contacto e internado con una fuerte y muy densa neblina, Abiatti perdió contacto visual con el camino, perdió paulatinamente la visibilidad hacia el horizonte. Fue entonces que la aeronave de pequeño tamaño empezó a humear, y en seguida, uno de los motores cayó. ¡Adiós beca de Harvard! Polipétalo yacía decepcionado, pero... ¿Qué hay de Abiatti? Él, quien nunca dejó de estar en contacto con Vic, se echó del artefacto usando un paracaídas, su aterrizaje fue exitoso, el aeronave "valió queso". Desafortunadamente, en el vehículo aéreo se quedaron las pertenencias de Abiatti, su comida, ropa, celular y un chocolate derretido, y al poco tiempo, tras descansar sobre una firme rama de un Abeto, se dio cuenta de que estaba en un lugar desconocido. Entre que pensaba si se había vuelto loco o no, avistó desde lo lejos una civilización que nunca antes había logrado ver. Era un país fuera de cualquier mapa, uno muy extenso en donde muchas y muy diversas culturas convivían entre sí, como Nueva York, pero con altos niveles de respeto y nula segregación.

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