Capítulo 39

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El segundo castigo fue igual de duro que el del día anterior. Esa vez la piel del dorso de la mano de Clarisse se irritó más deprisa, y enseguida se le puso roja e inflamada. Ella no creía que siguiera curándose tan bien como al principio. El corte no tardaría
mucho en quedar marcado en su mano, y quizá entonces la profesora Umbridge se considerara satisfecha. Sin embargo, la chica no dejó escapar ni el más leve gemido de dolor, y desde que entró en el despacho hasta que la profesora Umbridge le mandó
que se marchara, pasadas las doce, no dijo más que «Buenas noches».

Gracias al largo castigo sabía que tendría menos tiempo para hacer sus tareas, además de que tenía que entregar trabajos extra por ser su último año. Ella estaba bastante cansada, pero aún así se quedó despierta toda la noche para tener todo listo a tiempo. Clarisse estaba segura que tendrían que ser así las cosas toda la semana, así que aprovecharía sus horas libres para dormir un rato.

X

El tercer castigo de Harry y Clarisse fue igual que los dos anteriores, sólo que, tras dos horas copiando, las palabras «No debo decir mentiras»
dejaron de desaparecer del dorso de sus mano y permanecieron grabadas allí, rezumando gotitas de sangre. La pausa en el rasgueo de la afilada pluma hizo que la profesora Umbridge levantara la cabeza.

—¡Ah! —dijo en voz baja, y pasó junto a su mesa y fue a examinarles la mano— Muy bien. Esto debería servirles de recordatorio, ¿no creen? Ya pueden marcharse.

—¿Tengo que volver mañana? —preguntó Harry mientras cogía su mochila con la mano izquierda para no usar la derecha, que tenía dolorida.

—Creo que ya aprendimos la lección —Clarisse dijo secamente. Odiaba decir aquello, pero la mano le ardía como nunca.

—Sí, claro —contestó la profesora Umbridge con una amplia sonrisa—. Aprendieron la lección, pero creo que podemos grabar el mensaje un poco más con otro día de trabajo.

Clarisse y Harry salieron del despacho de Umbridge sin mirar atrás. Cada día que pasaba su odio por aquella mujer incrementaba.

—Es cruel —dijo Harry mientras subían por la escalera hacia el séptimo piso—. Es una vieja loca, cruel y retorcida.

—Ya lo sé, pero tendremos que aguantar un poco más hasta que termine el castigo —Clarisse le respondió.

—¿Crees que deberíamos hablar con Dumbledore sobre esto? —Harry le preguntó— no estoy seguro de si es legal ese castigo.

—No lo es, desde hace muchos años atrás se prohibieron los castigos físicos —Clarisse le respondió— en cuanto a Dumbledore... No sé que hacer.

—Creo que es mejor guardarnos esto por el momento —Harry dijo. Después le dió la contraseña a la Dama Gorda y ambos entraron a la sala común.

—Nos vemos mañana —Clarisse se despidió y se dirigió hasta los gemelos, los cuales parecían mirarla desde el otro lado de la sala.

Clarisse observó como Harry y Ron se marchaban a su habitación, dejándola sola con sus chicos. Ella quería hablar sobre lo que había pasado con su castigo, pues sabía que ambos chicos no dirían nada a nadie, además estaba segura que si ellos seguían metiéndose en problemas llevarían el mismo castigo que Harry y ella.

—¿Cómo te fue hoy? —George le preguntó por lo bajo y se acercó más a ella.

—Supongo por tu cara que nada bien —Fred la miró.

—Es peor de lo que imaginan. Ni siquiera los castigos de Snape se compartan a ella —Clarisse hizo una mueca.

Clarisse extendió su brazo hasta ellos y volteó su mano. En el momento en que los gemelos leyeron las palabras grabadas en su mano sus caras cambiaron. Había furia, después tristeza, después dolor, hasta convertirse nuevamente en furia.

Clarisse ⟨••Bill Weasley••⟩ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora