Capitulo 65

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El cumpleaños de Harry Potter había llegado, pero lamentablemente la celebración se había truncado debido a cada noticia nueva que llegaba a casa. La señora Weasley había incluido el rostro de Clarisse en el reloj en el que decía en donde se encontraba cada miembro de la familia. Ella estaría muy feliz porque ya la consideraban parte de la familia, de no ser porque decía que todos ellos estaban en peligro de muerte. También había una extraña situación referente a Remus Lupin, a quien se lo veía delgado y deprimido; además, le habían salido muchas canas y llevaba la ropa más raída y remendada que nunca.

—Se han producido otros dos ataques de dementores —anunció Lupin mientras la señora Weasley le servía un suculento trozo de pastel de cumpleaños—. Y han encontrado el cadáver de Igor Karkarov en una choza, en el norte; los asesinos dejaron la Marca Tenebrosa. La verdad es que me sorprende que Karkarov siguiera con vida un año después de haber abandonado a los mortífagos; si no recuerdo mal, Regulus, el hermano de Sirius, sólo sobrevivió unos días.

—Tal vez el quería que eso sucediera —Sirius dijo con sinceridad mientras pensaba en la vida que había llevado su hermano.

—Ya —dijo la señora Weasley arrugando el entrecejo—. ¿Qué les parece si hablamos de otra...?

—¿Te has enterado de lo de Florean Fortescue, Remus? —preguntó Bill, a quien Fleur no paraba de servir vino. El chico había dicho que no en varias ocasiones, así que solo pasaba la copa a todos los presentes. Clarisse le restó importancia a eso—. El dueño de la...

—...¿heladería del callejón Diagon? —terció Harry, sintiendo una desagradable sensación de vacío en el estómago—. Siempre me regalaba helados. ¿Qué le ha pasado?

—Tal como ha quedado la tienda, parece que se lo han llevado.

—¿Por qué? —preguntó Ron mientras la señora Weasley fulminaba a su hijo Bill con la mirada.

—Quién sabe. Debió de hacer algo que les molestó. Florean era un buen hombre.

—Hablando del callejón Diagon —intervino Arthur Weasley—, por lo visto el señor Ollivander también ha desaparecido.

—¿El fabricante de varitas mágicas? —preguntó Ginny, asustada.

—No pensé que también Ollivander —Clarisse de inmediato recordó a aquel hombre que le dio su primer varita.

—Exacto. Su tienda está vacía, pero no se ven señales de violencia. Nadie sabe si Ollivander se ha marchado voluntariamente o si lo han secuestrado.

—¿Y las varitas? ¿Dónde las comprará ahora la gente?

—Tendrán que comprárselas a otros fabricantes —contestó Lupin—. Pero Ollivander era el mejor, y no nos beneficia nada que lo retenga el otro bando.

Al día siguiente de esa lúgubre merienda de cumpleaños, llegó correo de la academia de Clarisse, en la cual había una extensa lista de todos los materiales que aún le faltaba comprar. Sería bastante costoso todo, sobre todo porque ella no iba a tomar ningún centavo de la cuenta de los Diggory. Ella agradecía haber juntado su propio dinero, pues desde que tenía memoria le había gustado tener sus propias cosas.

—¿Que piensas hacer con respecto a tus padres? —Bill le preguntó con seriedad—. No quiero que por mi culpa pierdas todo.

—¡No digas eso! Desde siempre han tenido una forma de pensar muy errónea sobre todo. Apenas se preocupan por mi y estoy segura que solo es por beneficio propio—comentó Clarisse examinando la situación—. Ni siquiera tienen derecho a opinar sobre los decisiones.

—Pero aún así son tus padres y tal vez quieren lo mejor para ti —se lamentó Bill— yo no puedo darte todo lo que mereces.

—Bill... Tú me das todo con solo mirarme —Clarisse le acaricio la mejilla— deja esos pensamientos, no nos llevarán a nada bueno. Ambos queremos tener un futuro juntos

Clarisse ⟨••Bill Weasley••⟩ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora