El corazón de Bill comenzó a palpitar con fuerza. Sus oídos zumbaban y de inmediato sintió como comenzaba a temblar de pies a cabeza ante el comentario de Severus Snape. Tardos unos cuantos segundos en entender que estaba sucediendo, pero volvió en si cuando escuchó los gritos ahogados de los presentes, especialmente de su madre.
—¡No puede ser! —Molly lloró mientras abrazaba a su esposo— ¡Esto es un milagro!.
—¡Como es posible! —Charlie tenía la boca abierta, asombrado por lo que había escuchado.
Bill seguía en posición de cuclillas frente a su esposa, asombrado por todo. No sabía cómo reaccionar, pues su corazón dolía mucho debido a la situación en que se encontraban, especialmente al ver que Clarisse estuvo a punto de morir. Con aquella información que tenía no le cabía duda de que su chica era una mujer muy fuerte, y también su pequeño paquete que había aguantado a todo los sucesos del día.
—¿Esto es real? —Bill miró a Snape, asustado de que hubiera escuchado mal.
—Lo es... la verdad es que estoy muy sorprendido de que ambos hayan sobrevivido hoy —Snape estaba más pálido que nunca, incluso a pesar de que parecía que estaba a punto de desmayarse se veía igual de asombrado que los demás.
Clarisse había tenido una pequeña posibilidad de vivir, era un uno por ciento de cien, pero ahí estaba, además cargando a una pequeña sorpresa consigo.
Molly se apartó de su esposo y con todas sus fuerzas levantó a su hijo mayor del suelo y lo apretó contra si misma, para después comenzar a llorar sobre su pecho. Bill podía sentir que volvía a sentirse normal, como si todo aquello realmente estuviera sucediendo. Hace unos minutos atrás no se sentía como él mismo.
—Muchas gracias. Gracias por darnos este regalo tan hermoso —Molly repetía una y otra vez, sin soltarlo— es nuestro pequeño milagro.
—Entonces no perdieron el tiempo —Fred sonrió desde el suelo a pesar de que las lágrimas aún le caían por las mejillas.
El silencio que había en Hogwarts hizo que todos se dieran cuenta de que los Mortifagos volvían a regresar al castillo. Bill ni siquiera se había dado cuenta de todo el tiempo que había pasado, así que supuso que Harry ya había ido al Bosque Prohibido.
—Tienen que llevarla a un lugar seguro. Necesita descansar —Bill le dijo a los gemelos, los cuales solo asintieron con la cabeza sin decir más. No pensaban dejarla sola jamás.
—Creo que la llevaremos a las cocinas. Los elfos estuvieron ayudando hoy, pero aún así no creo que nadie entre —George respondió sin apartar la mirada de la chica que aún yacía en el suelo del Gran Comedor.
Bill asintió, para después volver a mirar a su esposa. Una vez que su madre lo soltó, con mucho cuidado se agachó para poder estar más cerca de Clarisse. El pecho de la chica subía y bajaba lentamente, incluso parecía que estaba dormida. El Weasley contuvo las lágrimas, para después darle un casto beso en la frente.
—No sé si me estás escuchando, pero quiero decirte que me has dado el mejor regalo que alguna vez pude desear —Bill colocó una mano en el vientre de la chica, lo que de inmediato hizo que su corazón revoloteara dentro de su pecho— Fred y George cuidarán de ustedes mientras yo sigo peleando. Todo sea por un futuro mejor para los tres.
Antes de levantarse acarició por última vez a su esposa en la frente. Su semblante cambio por completo. En ese momento se sentía con más fuerza que nunca, era una persona completamente nueva y renovada. No iba a dejar de luchar hasta que el bien ganara. Tenía algo más por lo que pelear. Aquellos sentimientos que llevaba dentro eran completamente nuevos para él, lo que hizo que se sintiera más lleno de vida que nunca.
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Clarisse ⟨••Bill Weasley••⟩
أدب الهواة(COMPLETA) Clarisse Diggory jamás imaginó que a partir del torneo de los tres magos las cosas se pondrían feas, mucho menos que a pesar de la desgracia encontraría a alguien que la haría feliz en los momentos oscuros. (Basada en los libros)