Capitulo 118

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Las horas se habían convertido en días y los días en semanas. Las cosas dentro del Refugio se habían vuelto un poco complicadas con tantas personas ahí. Clarisse estaba feliz de poder ayudarlos en lo que podía, además eso hacía que su cabeza estuviera en otro lado. Las cosas con Bill no habían mejorado en lo absoluto y parecía que solo se hablaban por cortesía. Agradecía mentalmente que los demás no se dieran cuenta de lo que estaba sucediendo con ellos, como es lógico, los otros habitantes se estaban percatando solo de que los tres jóvenes miembros del trío dorado tramaban algo, porque sólo salían del dormitorio a la hora de las comidas. Nadie les hacía preguntas, aunque muchas veces, cuando estaban sentados a la mesa, Bill los miraba a los tres, pensativo y con gesto de preocupación.

Nadie rechistaba nada, a excepción del molesto duende que tenían en casa. Todos fingían bastante bien su desagrado menos Harry. Griphook resultó una criatura asombrosamente sanguinaria, se reía imaginando el sufrimiento de otras criaturas inferiores y parecía disfrutar con la posibilidad de que tuvieran que hacer daño a otros magos. Sabía que los chicos tenían que convivir con aquella criatura para que los ayudara a realizar la misión secreta, así que nadie tenía más opción que aguantar sus malos tratos.

El duende comía con los demás, aunque a regañadientes, pues, incluso después de que se le curaran las piernas, seguía pidiendo que le llevaran la comida a su habitación, como hacían con Ollivander, que todavía estaba débil; hasta que Bill (tras un arrebato de ira de Clarisse después de que el duende le lanzó el plato con comida al suelo) subió a decirle que no podían seguir haciéndolo. Desde entonces, Griphook comía con ellos alrededor de la abarrotada mesa, aunque se negaba a comer lo mismo que los demás y se empeñaba en alimentarse de carne cruda, raíces y algunas setas.

—Lo lamento, Clarie —se disculpó Harry una tempestuosa noche de abril mientras la ayudaba a preparar la cena—. Nunca fue mi intención que tuvieras que soportar tantas molestias.

Ella acababa de poner unos cuchillos a trabajar, cortando bistecs para Griphook y Bill, que desde que lo atacara Greyback prefería la carne muy cruda. Al escuchar las disculpas de Harry, su expresión de fastidio se suavizó.

—Harry, eres parte de mi familia. Jamás estaría molesta por tenerlos aquí, al contrario, son una excelente compañía en estos días.

Eso no era estrictamente cierto, solamente porque sabía que estaban ahí por peligro más que nada, además no es como si quisieran estar todo el día encerrados, pero no quería que el pobre Harry se sintiera más mal de lo que ya se encontraba por toda la situación.

—Además —prosiguió Clarisse apuntando con la varita a un cazo de salsa colocado encima de un fogón, que empezó a borbotar de inmediato—, Ollivander se marcha esta noche a casa de Muriel. Eso facilitará las cosas. Así que el duende — añadió frunciendo un poco el entrecejo— puede instalarse abajo, y Ron, Dean y tú pueden ocupar esa habitación.

—No nos importa dormir en el salón —aseguró Harry—. No te preocupes por nosotros. —Y al ver que Clarisse se disponía a protestar, agregó—: Además, Ron, Hermione y yo pronto te dejaremos en paz también; no tendremos que quedarnos mucho tiempo aquí.

—¿Qué quieres decir? —se extrañó ella mientras apuntaba con la varita a una cazuela suspendida en el aire—. ¡No deben marcharse aún ! ¡Aquí están a salvo y aún están sanando!

Clarisse no solía alterarse tanto y no sabía porque había respondido de aquella manera. La asustaba que los chicos terminaran muertos, peor también era porque no quería quedarse a solas con Bill aún. Harry no alcanzó a responder gracias a que Luna y Dean entraron por la puerta trasera, con el cabello mojado por la lluvia; venían cargados de maderas que habían recogido en la playa.

Clarisse ⟨••Bill Weasley••⟩ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora