Clarisse se despertó sobresaltada cuando los gemelos se levantaron de golpe temprano a la mañana siguiente. Ni siquiera recordaba haberse quedado dormida. Miró por la ventana, pero casi no se veía nada debido a la nieve. Bill se hallaba delante de ella, sentado en la cama, pero mirándola fijamente con amor.
—¿Qué pasa? —preguntó Clarisse somnolienta.
—Esperaba que despertarás, dormilona —Bill sonrió— Fred y George hicieron un buen trabajo, tienes el sueño muy pesado.
—Estaba muy cómoda —Clarie le regresó la sonrisa.
—Lo noté... por cierto, feliz navidad linda —Bill se levantó y sacó una caja enorme.
Clarisse la tomó con emoción, pero al instante se percató que la caja era más pesada de lo normal. No sabía que podía haber dentro, así que la abrió al instante.
—¿Es para mi? —ella preguntó asombrada en el momento en que un cachorro saltó en el instante en que la vio. Desde que era una niña había deseado tener un perrito.
—¿Para quien más podría ser, bobita? —Bill preguntó enternecido mientras veía como el cachorro lamía la cara de Clarisse— fue muy difícil mantenerlo en silencio hasta hoy.
—Gracias Bill, es hermoso —Clarisse tomó al pequeño entre sus brazos y lo pegó contra su pecho en un abrazo. Al
cachorro pareció gustarle eso, pues se acurrucó.—Cedric me contó que querías un Gran Danés desde siempre, así que aproveche y te traje uno —Bill sonrió.
—Es muy lindo —Clarisse sonrió.
Ella dejó al perrito en la cama, el cual comenzó a llorar en cuanto lo soltó.
—Parece que ya te quiere —Bill intentó tomarle la mano a Clarisse, pero el perrito ladró para ganarse la atención de su dueña.
—Soy su madre, ¿que esperabas? —ella sonrió.
Clarisse tomó al cachorro y lo dejó sobre los brazos de Bill, y aunque el animalito no estaba muy feliz, después de un momento volvió a cerrar sus ojos. Ella había estado planeando por todo un año el regalo de Bill, así que sacó una pequeña cajita y de la dio.
—¿De que se trata esto? –Bill preguntó sin entender en el momento en que abrió el regalo.
—Mira por la ventana —Clarisse sonrió.
A pesar de que el día no era el mejor por el clima, una reluciente y enorme motocicleta negra era notoria entre toda la nieve que caía con fuerza. Bill abrió la boca para decir algo, pero estaba lo suficientemente sorprendido como para expresar algo.
—No puede ser... —Bill dijo sorprendido— amor mío, ¿como se te ocurre darme algo tan costoso?
—Bill, cada obsequio que te doy vale la pena —Clarisse sonrió mientras se acercaba a su chico— ¿te gustó?
—Desde hace mucho tiempo estuve juntando dinero para comprarme una —Bill dijo con emoción— pero creo que ahora tengo mucho dinero de sobra. Ahora me siento tonto por regalarte solo al cachorro.
—Me gustó, es muy tierno. Eso es más que suficiente para mi.
Entre los regalos de Clarisse había un jersey con una gran C dorada bordada en la parte delantera, tejido a mano por la señora Weasley; una gran caja de productos de Sortilegios Weasley, regalo de los gemelos, Cedric le regalo cosas para el cachorro y los demás dulce y libros. A la hora de comer, cuando se sentaron a la mesa, todos llevaban jerséis nuevos; todos excepto Fleur (por lo visto, la señora Weasley no se había dignado tejerle uno) y la propia señora Weasley, que lucía un sombrero de bruja azul marino nuevecito, con diminutos diamantes que formaban relucientes estrellas, y un vistoso collar de oro.
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Clarisse ⟨••Bill Weasley••⟩
Fanfiction(COMPLETA) Clarisse Diggory jamás imaginó que a partir del torneo de los tres magos las cosas se pondrían feas, mucho menos que a pesar de la desgracia encontraría a alguien que la haría feliz en los momentos oscuros. (Basada en los libros)