Clarisse estaba agotada, tanto física, como mentalmente. Ver como las horas pasaban y era difícil curar las heridas de Bill la asustaba aún más. Madame Pomfrey había comentado que no podrían deshacerse de ellas, para la molestia del pelirrojo, pero que estarían sanas por completo en varios días más. En ese momento había escuchado que los demás lo comparaban con Ojoloco Moody, pero para Clarisse eso lo hacía ver más atractivo. Por lo menos no había perdido los ojos o la pierna.
Al día siguiente después de la muerte de Dumbledore los padres iban constantemente a buscar a sus hijos, pues no creían que fuera un lugar seguro dejarlos ahí. También comenzó a llenarse Hogsmeade, pues muchos amigos de toda la vida de Dumbledore querían darle una última despedida.
Los dos días siguientes se la pasó en Hogwarts, incluso Madame Pomfrey la dejó dormir en la enfermería, en la cama de enseguida de Bill, pues no quería perderlo ningún segundo de vista. Habían pensado que actuaría diferente, pero lo único que había sucedido es que además de que sus sentidos estaban más despiertos, había desbloqueado un gusto por los filetes de carne poco hechos.
El día del funeral, Bill había deseado despedirse de Dumbledore, así que Madame Pomfrey lo dio de alta un par de horas para que pudiera asistir a la ceremonia, así que Clarisse lo llevó hasta el lago mientras esperaban que todo empezara. En aquel lugar se respiraba una atmósfera de profunda melancolía, todos llevaban sus túnicas de gala, pero nadie parecía tener conversación alguna.
Slughorn, que llevaba una espléndida y larga túnica verde esmeralda con bordados de plata, en cabeza de la columna de Slytherin, y a la profesora Sprout, jefa de la casa de Hufflepuff, que nunca había ido tan aseada, pues no tenía ni un solo remiendo en el sombrero. La señora Pince de pie junto a Filch: ella iba con un tupido velo negro que le llegaba hasta las rodillas, y él con un viejo traje y una corbata negros que apestaban a naftalina.
Los tibios rayos del sol le acariciaron la cara cuando alcanzó a ver en silencio a la profesora McGonagall. Hacía un espléndido día de verano.
Habían colocado cientos de sillas en hileras a ambos lados de un pasillo y encaradas hacia una mesa de mármol que presidía la escena. La mitad de las sillas ya estaban ocupadas por una extraordinaria variedad de personas: elegantes y harapientas, jóvenes y viejas. Los miembros de la Orden del Fénix Kingsley Shacklebolt, Ojoloco Moody y Tonks, cuyo cabello había recuperado milagrosamente un tono rosa muy llamativo, cogida de la mano de Remus Lupin y Sirius Black a su lado; los señores Weasley; Cedric, acompañado por Fleur, y seguido por Fred y George, que llevaban chaquetas de piel de dragón negra. También estaba Madame Máxime, que ocupaba dos sillas y media; Tom, el dueño del Caldero Chorreante; Arabella Figg, la vecina squib de Harry; la melenuda que tocaba el bajo en el grupo mágico Las Brujas de Macbeth; Ernie Prang, el conductor del autobús noctámbulo; Madame Malkin, de la tienda de túnicas del callejón Diagon; y algunos otros a los que Clarisse sólo conocía de vista, como el camarero de Cabeza de Puerco y la bruja que llevaba el carrito de la comida en el expreso de Hogwarts. También estaban presentes los fantasmas del castillo, que sólo eran visibles cuando se movían, pues la luz del sol hacía brillar sus intangibles y etéreas figuras.
El continuo susurro de la concurrencia sonaba como la brisa al acariciar la hierba, pero el canto de los pájaros era mucho más intenso. Seguía llegando gente; Luna ayudaba a Neville a sentarse
Cornelius Fudge pasó por su lado y se dirigió hacia las primeras filas; parecía muy compungido y hacía girar su bombín, como de costumbre. Rita Skeeter, que llevaba un bloc de notas, con las uñas pintadas de rojo; y luego, con un arrebato de rabia, distinguió a Dolores Umbridge, que exhibía una expresión de dolor poco convincente en su cara de sapo y se adornaba los rizos rojo pardusco con un lazo de terciopelo negro. Al ver al centauro Firenze, que estaba de pie como un centinela cerca del borde del agua, Umbridge dio un respingo y se encaminó rápidamente hacia un asiento muy apartado de él.
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Clarisse ⟨••Bill Weasley••⟩
Fanfiction(COMPLETA) Clarisse Diggory jamás imaginó que a partir del torneo de los tres magos las cosas se pondrían feas, mucho menos que a pesar de la desgracia encontraría a alguien que la haría feliz en los momentos oscuros. (Basada en los libros)