Capítulo 5

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Era poco decir que la molestia de los gemelos era poca. A toda hora se quejaban de la edad que se había escogido para entrar al torneo de los tres magos. Clarisse sabía que era una sabía decisión por parte de los organizadores, ya que anteriormente habían sucedido varias desgracias y al menos los que quisieran participar estarían enterados de todos los peligros que entrar.
Al día siguiente la tormenta se había detenido, pero eso no hizo que el techo del Gran Comedor estuviese de un color gris. Ella tomó asiento junto a los gemelos, los cuales discutían acaloradamente con Lee Jordan.

-¿Crees que eso podrá funcionar? -Lee Jordan miró a los gemelos con una ceja en alto- saben que es imposible engañar a Dumbledore. No creo que funcione.

-¿De qué hablan? -preguntó ella mientras los miraba.

-Los chicos están buscando algún método para poder entrar al torneo de los tres magos -Lee Jordan se cruzó de brazos- aunque son astutos, Dumbledore lo es más. Estará esperando cualquier cosa de los demás estudiantes para entrar al torneo.

-¿Que clase de cosas han pensado? -Clarisse se dirigió esa vez a los gemelos Weasley, los cuales hablaban entre ellos con las cabezas juntas y con un libro en la mano.

-Buscamos métodos mágicos para envejecer un poco -George levantó la mirada un segundo y después la regresó al libro.

-Es más seguro con una poción, así que necesitaremos hacer varios intentos para lograrlo -Fred le siguió.

-Solo espero que nada salga mal -Clarisse comió un poco- es algo con lo que nunca han experimentado... Hay mucha probabilidad de que las cosas salgan mal.

-Somos los gemelos Weasley... Nada nos sale mal -ambos chicos sonrieron con burla y volvieron a lo suyo.

De repente oyeron sobre ellos un batir de alas, y un centenar de lechuzas
entraron volando a través de los ventanales abiertos. Llevaban el correo matutino, así que instintivamente, Clarisse alzó la vista, buscando entre ellos a su querida Anika pero no vio ni una mancha blanca entre la masa parda y gris, hasta que el ave se posó frente a ella con un paquete no tan grande. Los otros búhos volaron alrededor de las mesas, buscando a las personas a las que iban dirigidas las cartas y paquetes que transportaban.
Fred y George quedaron sorprendidos cuando un búho se posó frente a ellos con una carta.

Clarisse tomó su paquete no sin antes acariciar a Anika y darle un poco de comida que había quedado en su plato. Dentro solo había una pequeña carta de su madre en la que le daba las mismas instrucciones que el día anterior. También venía una pequeña cajita con un pequeño relicario.
Era bastante hermoso, y Clarisse al instante lo reconoció por una vieja foto de su abuela.

-Clarie... -los gemelos cantaron su nombre y la miraron con malicia justo después de terminar de leer su carta.

-¿Qué? -ella los miró con una ceja levantada.

-Alguien está pidiendo permiso para poder comunicarse contigo -George se burló.

Clarisse no entendía quien podía ser, pues no sé llevaba bien con muchas personas y con las pocas que solía hablar ya tenía contacto. No se le venia nadie a la mente hasta que recordó a William Weasley, pues era el único que se contactaría directamente con los gemelos para llegar a ella. Clarie sintió una especie de movimiento dentro de su estómago, pero no dijo nada en caso de que no fuera él o que los gemelos solo se estuvieran burlando de ella.

-¿Quién? -Clarisse se hizo la desentendida, pero eso no parecía funcionar muy bien, pues los gemelos solo se burlaron más.

-Creo que ya tienes una idea de a quién nos referimos -Fred volvió a leer la carta.

Clarisse ⟨••Bill Weasley••⟩ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora