Clarisse ⟨••Bill Weasley••⟩

Capitulo 2

Todos estaban impresionados ante lo acertados que habían estado los gemelos en cuanto a los ganadores de la copa de Quidditch, pero aún mucho más al ver lo poco que había durado el juego, pues se habían preparado para estar ahí un par de días más si se necesitara.

—No le digan a su madre que han apostado —imploró el señor Weasley a Fred y George mientras bajaba despacio por la escalera alfombrada de púrpura.

—No te preocupes, papá —respondió Fred muy alegre— Tenemos grandes planes para este dinero, y no queremos que nos lo confisquen.

—No confió en la apuesta que hicieron —Clarisse les dijo— no me da buena espina.

—Una apuesta es una apuesta —George la miro.

—Y eso significa que ganamos —Fred le paso un brazo por los hombros.

—Ya veremos qué pasa entonces, solo espero que no sea una estafa—Clarisse no les dijo nada más.

Todos juntos caminaron hasta las tiendas de campaña y en camino visualizaron a cientos de magos aun celebrando. Parecía que la fiesta no se les acabaría nunca.
Cuando por fin llegaron a la de los Weasley, todos entraron y se acomodaron en diferentes lugares con cansancio.

—Creo que ya es hora de que me marche —Clarisse miro al señor Weasley.

—Quédate un rato más, Clarie —los gemelos le dijeron al unísono, al mismo tiempo que Bill le daba una casta sonrisa.

—Prepararé chocolate con leche —el señor Weasley le dijo.

Clarisse solo asintió con la cabeza y tomo asiento a un lado de Bill y Percy. De la nada el hermano Weasley restante hizo acto de presencia junto a ellos.

—Soy Charlie —le dijo— Tu debes ser Clarisse Diggory. Los gemelos me han hablado de ti y al parecer tienes la atención de alguien más.

Charlie era bajo y robusto en comparación con sus hermanos y tenía los brazos musculosos. Su cabello era corto, además tenía cientos de pecas en su rostro. Algunas quemaduras eran visibles en su cuerpo, es especial en sus manos. Había escuchado de los gemelos que trabajaba con dragones, así que esa era la razón.

Charlie apuntó con el dedo a Bill, el cual la había estado mirando fijamente por un largo tiempo. El susodicho solo golpeo a su hermano menor con el codo y se levantó de donde estaba sentado.

Los demás ya se habían acostado a dormir, haberse levantado tan temprano ese día les había cobrado factura, así que Clarisse sabía que lo mejor sería que se marchara, talvez Cedric y su padre la estarían esperando para la cena, pero al parecer no era muy bueno salir de la tienda sola en ese momento, afuera había más ruido del normal y no precisamente se escuchaban muy felices.

—Mortífagos —el señor Weasley les dijo de la nada después de asomarse— ¡Levántense! ¡Ron, Harry... deprisa, levántense, es urgente!

El señor Weasley sabía que tenían que irse en ese momento, así que despertó a aquellos que se encontraban dormidos. En ese momento Clarisse pudo escuchar los ruidos en el campamento con más detenimiento. Los canticos alegres habían cesado y los gritos llenos de terror eran demasiado fuertes. Todos salieron a toda prisa de la tienda. A la luz de los escasos fuegos que aún ardían, se podía ver a gente que corría hacia el bosque, huyendo de algo que se acercaba detrás, por el campo, algo que emitía extraños destellos de luz y hacía un ruido estridente. De la nada apareció una fuerte luz de color verde que iluminó la escena.

A través del campo marchaba una multitud de magos, que iban muy apretados y se movían todos juntos apuntando hacia arriba con las varitas. Parecía que no tuvieran rostro, pero Clarisse luego comprendió que iban tapados con capuchas y máscaras. Por encima de ellos, en lo alto, flotando en medio del aire, había cuatro figuras que se debatían y contorsionaban adoptando formas grotescas. Era como si los magos enmascarados que iban por el campo fueran titiriteros y los que flotaba en el aire fueran sus marionetas, manejadas mediante hilos invisibles que surgían de las varitas. Dos de las figuras eran muy pequeñas. Al grupo se iban juntando otros magos, que reían y apuntaban también con sus varitas a las figuras del aire. La marcha de la multitud arrollaba las tiendas de campaña.