Harry Potter había sido llamado por el Ministerio de Magia, así que después de que se marchara en compañía del señor Weasley todos se habían quedado sumamente preocupados por él. De lo que dijera en su defensa dependía su estadía en Hogwarts y en el mundo mágico. Dumbledore había hecho una pequeña parada en la ancestral casa Black unas horas antes para avisarles su participación con el caso de Harry. Eso los dejaba a todos más aliviados, ya que confiaban que Dumbledore no dejaría que hicieran algo contra Harry.
Ese día también había estado destinado a la limpieza de todo el lugar y aún les faltaba bastante para hacer que la casa se viera un poco mejor, pero incluso aunque dejarán reluciente el lugar seguía viéndose triste y horrible a la vez. Sirius dió como opción demolerla, pero nadie lo tomó como algo serio. En el tiempo libre habían intentado buscar una forma de quitar el retrato de Walburga Black, pero no había encontrado nada que les pudiera ayudar, incluso cuando habían intento acercarse para buscar alguna pista Kreacher los había corrido del lugar, no sin antes insultarlos por lo bajo.
—¡Lo sabía! —gritó Ron lanzando puñetazos al aire en el momento en que vieron a Harry nuevamente— ¡Siempre te libras de todo!
—Estaba clarísimo que tendrían que absolverte —dijo Hermione—. No podían acusarte de nada.
—Pues están todos muy aliviados teniendo en cuenta que creían que me absolverían —comentó Harry,
sonriente.—No teníamos un buen presentimiento en cuanto al ministerio —Clarisse sonrió cuando Harry le guiñó un ojo. Lo mas seguro era por la emoción del momento, pues el azabache no solía ser así con ella.
La señora Weasley se secaba las lágrimas con el delantal, y Fred, George y Ginny se habían puesto a
bailar una especie de danza guerrera al son de una canción que decía:—¡Se ha librado! ¡Se ha librado! ¡Se ha librado!
—¡Basta! ¡Calmados! —gritó el señor Weasley, aunque él también sonreía— Oye, Sirius, hemos visto a Lucius Malfoy en el Ministerio…
—¿Qué? —saltó Sirius.
—¡Se ha librado! ¡Se ha librado! ¡Se ha librado!
—¡Cállense, ustedes tres! Sí. Lo hemos visto hablando con Fudge en la novena planta; luego han subido juntos al despacho de Fudge. Dumbledore debería saberlo.
—Desde luego —coincidió Sirius— Se lo diremos, no te preocupes.
—Bueno, tengo que irme, hay un inodoro que vomita esperándome en Bethnal Green. Molly, llegaré
tarde, debo cubrir a Tonks, pero quizá Kingsley venga a cenar…—Se ha librado, se ha librado, se ha librado…
—¡Basta! ¡Fred, George, Ginny! —chilló la señora Weasley cuando su marido salió de la cocina— Por lo menos Clarisse no les sigue sus tonterías. Harry, querido, ven y siéntate, come algo, que apenas has desayunado.
La siguiente semana paso muy lentamente, en especial porque Bill se ocupaba por más tiempo en el Ministerio, incluso había veces que solo llegaba a cenar. Clarisse no quería molestarlo mucho, pues sabía que estaba lo suficientemente cansado como para irse a dormir después de una buena comida. Ella lo extrañaba, pero se sentía bien al saber que por lo menos podía verlo un par de horas al día antes de regresar a Hogwarts. Ese día la señora Weasley había decidido hacer una especie de celebración porque Ron y Hermione serían los nuevos prefectos de Gryffindor. Clarisse estaba impresionada porque Ronald fuera uno de los elegidos en cuanto a los demás. Hermione no la sorprendía mucho, no por nada era llamada como la bruja más inteligente de su edad.
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Clarisse ⟨••Bill Weasley••⟩
Fanfiction(COMPLETA) Clarisse Diggory jamás imaginó que a partir del torneo de los tres magos las cosas se pondrían feas, mucho menos que a pesar de la desgracia encontraría a alguien que la haría feliz en los momentos oscuros. (Basada en los libros)