Una vez que llegaron al Gran Comedor tomaron asiento en la mesa de Gryffindor mientras se ponían de acuerdo para sacar a los estudiantes. Clarisse había hablado con la profesora McGonagall para hacer grupos más grandes y que así salieran mucho más rápido de Hogwarts. No quería volver a ver los cuerpos de los más jóvenes en la Batalla. Todos los estudiantes estaban ahí mismo, incluso habían llegado más miembros de la Orden del Fenix, tal como Charlie Weasley y Dedalus Diggle. Se hallaban los alumnos, despeinados, algunos con capas de viaje y otros en pijama. Aquí y allá se veía brillar a los fantasmas del colegio, de un blanco nacarado. Todas las miradas — tanto las de los vivos como las de los muertos— se clavaban en la profesora McGonagall, que estaba hablando desde la tarima colocada en la cabecera del Gran Comedor. Detrás de ella se habían situado los otros profesores, entre ellos Firenze, el centauro de crin blanca.
—... el señor Filch y la señora Pomfrey supervisarán la evacuación. Prefectos: cuando dé la orden, organizarán a los alumnos de la casa que les corresponda y conducirán a sus pupilos ordenadamente hasta el punto de evacuación.
Muchos estudiantes estaban muertos de miedo. Los mayores ayudaban a tranquilizar a los más pequeños. Sin embargo, Ernie Macmillan se levantó de la mesa de Hufflepuff y gritó:
—¿Y si queremos quedarnos y pelear?
Hubo algunos aplausos.
—Los que sean mayores de edad pueden quedarse —respondió la profesora McGonagall.
—¿Y nuestras cosas? —preguntó una chica de la mesa de Ravenclaw—. Los
baúles, las lechuzas...—No hay tiempo para recoger efectos personales. Lo importante es sacarlos de aquí sanos y salvos.
—¿Dónde está el profesor Snape? —gritó una chica de la mesa de Slytherin.
—El profesor Snape ha ahuecado el ala, como suele decirse —respondió la
profesora, y los alumnos de Gryffindor, Hufflepuff y Ravenclaw estallaron en vítores.Snape muchas veces había sido malo con la mayoría de los estudiantes, por no decir que con todos porque tenía sus favoritos, pero a pesar de todo gracias a él es que estaban ahí. Se había sacrificado por la causa, incluso prefirió seguir siendo odiado antes que contar la verdad en el momento. Clarisse apretó el frasco que contenía el antídoto dentro de su capa, esperando alcanzar de tiempo para poder salvarle la vida al hombre. Sirius le había contado una vez todo lo que habían vivido con Snape y sabía de ante mano que siempre la pasaba mal, así qué tal vez no sería tarde para él tener una buena vida.
—¿Que sucede linda? —Bill levantó su mano y se la colocó en la frente— estas sudando.
—Solo estoy nerviosa —ella respondió, sonriendo castamente— últimamente no he dormido bien y se que será una larga noche.
—Está bien —Bill retiró la mano a pesar de que no se veía muy convencido.
Clarisse se sentía mal, aunque no sabía con exactitud qué le sucedía. Lo más seguro es que se trataba de algún efecto secundario por el viaje en el tiempo, o estaba demasiado agotada por todo lo que había vivido. A lo mejor podía ser una combinación de todo.
—Ya hemos levantado defensas alrededor del castillo —prosiguió Minerva McGonagall—, pero, aun así, no podremos resistir mucho si no las reforzamos. Por tanto, me veo obligada a pedirles que salgan deprisa y con calma, y que hagan lo que sus prefectos...
Pero el final de la frase quedó ahogado por otra voz que resonó en todo el comedor. Era una voz aguda, fría y clara, y parecía provenir de las mismas paredes. Se diría que llevaba siglos ahí, latente, como el monstruo al que una vez había mandado.
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Clarisse ⟨••Bill Weasley••⟩
Fanfiction(COMPLETA) Clarisse Diggory jamás imaginó que a partir del torneo de los tres magos las cosas se pondrían feas, mucho menos que a pesar de la desgracia encontraría a alguien que la haría feliz en los momentos oscuros. (Basada en los libros)