Capítulo 38

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Clarisse tenía demasiado mal humor como para iniciar una conversación en el Gran Comedor al día siguiente. Su castigo sería en la tarde y por primera vez deseaba que el tiempo pasara más lento de lo normal. Ella no tenía mucho apetito, así que hizo su plato a un lado en la espera de que su primera clase empezará.
Los búhos comenzaron a entrar al lugar, así que Clarisse sintió una pizca de felicidad cuando una carta llegó hasta ella. Con solo ver el sobre sabía que era de parte de Bill.

—No puede esperar ni un día sin hablar contigo —Fred dijo estirando su cuello un poco más para ver lo que decía la carta cuando Clarisse la abrió por completo.

—No seas chismoso —Clarie le dijo a su amigo mientras se pegaba el trozo de pergamino contra su cuerpo.

—¿Tienes miedo de mostrarnos? —George se burló de ella— ya me imagino de que cosas deben hablar para que sea así.

Clarisse sabía a qué se referían, así que de inmediato negó con rapidez con su cabeza y bajo la mirada para evitar tener contacto visual con los chicos que hacían señales obscenas.

—Para ustedes todo se trata de sexo —Clarisse se quejó.

—Un poco, si —Fred le dijo.

—Más bien nos gusta ver tu reacción de vergüenza cuando lo mencionamos —George sonrió— eres tan predecible, pequeña sucia.

—¡Basta! —Clarie se levantó de la mesa. Gracias al cielo la primera clase estaba a punto de comenzar.

X

Las clases habían terminado ese día y a las cinco menos cinco Clarisse tomó sus cosas para dirigirse al despacho de la molesta Dolores Umbridge. Ella no había tenido tiempo en el día para responder a la carta de Bill, ni siquiera había tenido tiempo de leerla, así que deseaba estar en su habitación lo más rápido que pudiera.
Umbridge la había citado a las seis en punto, pero ella estaba demasiado molesta como para llegar a tiempo.
Clarie se tomó su tiempo y comenzó a mirar con más detenimiento el castillo mientras subía las escaleras.
El tiempo había pasado demasiado rápido para ella, era muy sorprendente como recordaba su primer año a la perfección y sobre todo se dió cuenta que extrañaria aquel lugar como ningún otro.
Cuando por fin estuvo frente al despacho de Umbridge llamo a la puerta.

—Pase, pase —se escuchó desde adentro.

Clarisse hizo lo pedido, no sin antes cerrar la puerta detrás de ella. Clarie había estado antes en aquel despacho, en especial cuando el profesor Lockhart trabajaba en Hogwarts.
En ese momento, sin embargo, estaba completamente irreconocible a como ella lo recordaba. Todas las superficies estaban cubiertas con fundas o tapetes de encaje. Había varios jarrones llenos de flores secas sobre su correspondiente tapete, y en una de las paredes colgaba una colección de platos decorativos, en cada uno de los cuales había un gatito de color muy chillón con un lazo diferente en el cuello. Eran tan feos que Clarisse se quedó mirándolos con una mueca en el rostro, hasta que la profesora Umbridge volvió a hablar.

—Buenas tardes, señorita Diggory. Espero que su tardanza no tenga ninguna excusa tonta.

Clarie solo torció los ojos, pero se dió cuenta al instante que la mujer no la había visto. Harry ya se encontraba en aquella habitación y se veía igual de molesto y asqueado por la situación.

—Buenas tardes, profesora Umbridge —repuso con frialdad.

—Siéntese junto a Potter, por favor —dijo la profesora señalando una mesita cubierta con un mantel de encaje a la que había acercado una silla. Sobre la mesa había dos trozos de pergamino en blanco.

Clarisse ⟨••Bill Weasley••⟩ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora