Las cosas estaban empeorando cada día más. Varios conocidos de los miembros de la orden habían estado marchándose y nadie sabía de su paradero. Incluso el padre de Tonks, el cual se había negado rotundamente a registrarse como hijo de muggles ante el ministerio de Magia. Ni su esposa y mucho menos su hija sabían en que lugar podría encontrarse en ese preciso instante, pero era por seguridad.
Bill le había comentado que incluso varios duendes que trabajaban con él en Gringotts se habían marchado. Los mortifagos y personas que eran parte del ejército de Voldemort los estaban obligando a hacer cosas que estaban fuera de sus principios, así que esa era la razón por la que se estaban escondiendo. Los duendes no se llevaban bien del todo con los magos, además odiaban ser tratados como elfos domésticos.
—Creo que es mejor que dejes de ir a Gringotts —Clarisse le comentó a Bill mientras cocinaban juntos. Había estado muy preocupada por él, en especial al darse cuenta que no sólo los duendes controlaban aquel lugar.
—Tengo que hacerlo, cariño. Sabes que no tengo todo el dinero del mundo para permitirme el lujo de dejar mi empleo —Bill se retiro el cabello del rostro con un resoplido. Se notaba que odiaba picar tomates.
—¿Necesitas ayuda? —Clarisse le preguntó, acercándose hasta él mientras le limpiaba las manos con un pedazo de tela.
—Puedo hacerlo, cariño. Solo me molesta que se destruyan cuando uso el cuchillo —Bill parecía estarse esforzando mucho, así que Clarisse lo dejó seguir con la actividad.
—Cambiando de tema. Tú sabes que tengo algo de dinero guardado en mi bóveda —Clarisse comentó un poco afligida, pues sabía que a Bill no le gustaría lo que ella le dio a entender.
—¡No!... ese dinero es parte de tu herencia y sinceramente yo soy el que debe traer el sustento a este hogar ahora que tú irás a Hogwarts —Bill hizo una mueca.
—Oh si... no recordaba la petición de la Profesora McGonagall —Clarisse hizo una mueca.
—Siempre recuerdas lo que quieres —Bill bromeó.
—¡Obviamente! —Clarisse se dio media vuelta y le dio un leve puñetazo en el hombro. Aquello no lastimó a Bill, pero él hombre hizo cara de dolor— ¿a quien le gustaría recordar cosas que no tienen mucha relevancia?... aunque ir a Hogwarts si es algo importante.
—No tienes porque ir. Las cosas están demasiado peligrosas —Bill le dijo, dejando el cuchillo a un lado para
mirarla fijamente.—Creo que es lo mínimo que puedo hacer. Mientras esté ahí podré proteger a los que no pueden hacerlo —Clarisse siempre había pensado en los niños de primer año, en especial en el momento en que se enteró que Snape era director y que los hermanos Carrow estarían impartiendo clases.
—¿No piensas cambiar de opinión, verdad? —Bill le preguntó, atrayéndola hacia su cuerpo, para después colocar su barbilla sobre la cabeza de Clarisse.
—No pienso hacerlo —Clarisse le pasó las manos por detrás de la espalda.
–Eres muy cabezota. Algún día me dará una enfermedad por tantos sustos que me das —Bill le dió un beso en la cabeza.
—Solo me gusta que los demás estén a salvo. No estoy trabajando, además ya le confirme a la profesora McGonagall que iré —Clarisse levantó la mirada, topándose con la barba de días de William.
—Solo quiero que tengas mucho cuidado. ¿Te quedarás ahí? —Bill se separó de ella, solo para sentarse en una de las sillas y hacerla sentarse en sus piernas.
—¡No, no, no! —Clarisse negó varias veces con la cabeza— estaré contigo todos los días. Supongo que solo estaré ocupada mientras haya clases.
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Clarisse ⟨••Bill Weasley••⟩
Fanfiction(COMPLETA) Clarisse Diggory jamás imaginó que a partir del torneo de los tres magos las cosas se pondrían feas, mucho menos que a pesar de la desgracia encontraría a alguien que la haría feliz en los momentos oscuros. (Basada en los libros)