Clarisse había recibido varías cartas de los miembros de la Orden del Fénix. Todos estaban demasiado preocupados por ella, incluso esperaban que saliera de la academia para intentar convencerla de que volviera a La Madriguera, pero ella se negaba al instante. Si quería olvidar rápido a William tenía que estar lejos de él. Ya había tenido suficiente con la humillación que le hizo.
Brutus estaba triste, pues en el poco tiempo que estuvo en La Madriguera se había ganado el corazón de todos y extrañaba los mimos que le daban. Al menos ella no era la única que estaba decaída en ese momento. Lo sacaba a pasear y siempre lo tenía con ella, pero para ninguno de los dos era lo mismo.
No tenía otra cosa que hacer más que estudiar y comer. Todo el tiempo lloraba y en la noche ni subirá podía pegar ojo. Las ojeras eran notorias y lamentablemente había estado bebiendo bástate, tanto que estaba acabándose las recetabas que la cabaña de su abuelo tenía. Ella siempre había odiado con toda su alma cuando su padre se emborrachaba, pero en ese momento entendía lo bien que se sentía borrar todo rastro de dolor por al menos unos minutos.
Ese día había pasado la mayor parte del tiempo en la academia, así que estaba más agotada que de costumbre. Sus calificaciones estaban decayendo, pues no les prestaba la suficiente atención, pero aún así el conocimiento estaba en su cerebro. Esperaba que ningún miembro de la Orden estuviera esperándola, pues siempre intentaban llevársela a la fuerza, pero para su molestia era el turno de los gemelos de hablar con ella. Los apreciaba mucho, pero no quería tener que ver a su hermano o a cualquier otra persona que le recordara a él.
—Clarie, preciosa... —George la llamó en cuanto puso un pie en la calle. Ella por unos segundos pensó en correr para escapar, pero no podía hacerle eso a sus chicos.
—Hola, chicos —saludó desganada.
Ambos gemelos se miraron entre ellos seriamente y regresaron las miradas a Clarisse, intentando aparentar que todo estaba bien.
—Queremos hablar contigo —Fred le dijo de golpe.
—Si es sobre volver a La Madriguera, ni se esfuercen —ella respondió rápidamente y más ruda de lo que deseaba.
—Ya sabemos que no lo harás, te conocemos lo suficientemente bien —George la miró con severidad.
—Pero solo queremos que estés a salvo. Las cosas están horribles y no queremos que lo único que encontremos sean tus huesos —Fred la miró fijamente.
—No me pasará nada malo, chicos —Clarisse le restó importancia a la situación.
—No solo por Voldemort, si no porque también tenemos una idea de cómo te sientes —George estaba molesto, pero supo disimularlo.
—No se preocupen, se defenderme —Clarisse les dio una sonrisa de lado— además de amor nadie se muere.
Los gemelos notaron como la chica se veía más delgada y tenía un aspecto extraño de ebriedad. La conocían bastante bien como para saber que estaba consumiendo bebidas alcoholicas, pues la habían visto borracha con anterioridad. Solo que en ese momento no lo hacía por felicidad.
—Sabemos que Bill fue un imbecil, pero también se la está pasando mal —Fred hizo una mueca.
—No me interesa nada que tenga que ver con él —ella respondió rápidamente a la defensiva— ahora tiene el camino libre para acostarse con cualquier mujer que se le ponga en frente.
—No sabemos lo que te dijo y aunque sabemos que te lastimo, nótanos algo extraño en el —George le dijo con sinceridad.
—El William que amaba nunca habría hecho nada malo para dañarme o hacerme sentir mal... fuera cual fuera la situación —Clarisse les respondió secamente.
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Clarisse ⟨••Bill Weasley••⟩
Fanfic(COMPLETA) Clarisse Diggory jamás imaginó que a partir del torneo de los tres magos las cosas se pondrían feas, mucho menos que a pesar de la desgracia encontraría a alguien que la haría feliz en los momentos oscuros. (Basada en los libros)