Clarisse ⟨••Bill Weasley••⟩

Capitulo 114

La Pottervigilancia era lo único que funcionaba en ese momento para seguir informando. Varios miembros de la Orden del Fénix habían participado, incluyéndola. Sabían que Harry, Ron y Hermione podían estarlos escuchando, así que de cierta manera querían mantenerlos al corriente en caso de que lo necesitaran, incluidos los lugares en que podían llegar si así lo quisieran, aunque todo era con clave para que los mortifagos no se dieran cuenta. El hablar con nombres falsos solo hacía que se sintieran más libres que nunca de hablar y de decir lo que realmente pensaban. Desde el secuestro de Luna Lovegood Molly había vigilado mucho más a todos sus hijos a pesar de que la mayoría ya no estaban viviendo bajo su techo, en especial con Ginny, la cual había dejado Hogwarts por completo.

Los días posteriores a la muerte de Ted Tonks habían traído a todos una época de tristeza. Ella había sido la encargada de ayudar a Nymphadora con varias pociones y hierbas que le ayudarán a controlarse un poco más. Su embarazo se había vuelto un poco riesgoso debido a todas las fuertes emociones que había tenido anteriormente, además de que la sangre de hombre lobo por parte de Remus podía perjudicar un poco más las cosas. La buena noticia de todo era que el bebé seguía sano y fuerte, pero aún así la chica debía guardar bastante reposo mientras se acercaba su parto.

Desde que Ron había dejado La Madriguera no se había despegado del espejo que la podía comunicar con Harry y los chicos. En ese momento sabía que Sirius debía estar buscando su espejo como loco, pero aún así no podía regresarselo aun, pues era bastante impulsivo y era obvio que haría lo posible por estar al lado de Harry aunque tuviera que morir por ello. Aquel día no fue la excepción. Después de estar esperando al menos un poco de información sobre los chicos, el espejo que tenía guardado en su bolsillo comenzó a calentarse un poco. No quemaba, pero tampoco pasaba desapercibido. Su sorpresa fue tanta que se quedó pasmada en su lugar.

—¿Que sucede? —Bill le preguntó con preocupación.

Clarisse se quedó en silencio y después de unos segundos de estar pasmada en su asiento sacó el espejo y se levantó de su sofá para tener algo de privacidad.

—¡Clarisse! —la voz de Harry resonó. Bill levantó la mirada, pues a pesar de que el sonido no era muy fuerte, su oído estaba más desarrollado.

Clarisse no dudó en encerrarse en el baño de la primera planta e insonorizar el lugar para que Bill no escuchar nada. No le gustaba ocultarle cosas, pero si con eso podía protegerlo, valía la pena que se molestara con ella. Al instante escucho como su esposo se levantaba del sofá y comenzaba a dirigirse hasta el baño, pero no le dio importancia al ver cómo Harry parecía estar corriendo.

—¿Que pasa? —Clarisse le preguntó con terror.

—¡Los carroñeros nos encontraron! —Harry gritó.

En el espejo no muchas veces podía escucharse el ruido de fondo, pero en ese momento los gritos de Hermione fueron lo más notorio. Después de unos segundos dejó de escuchar lo que sucedía. La tensión y el terror crecieron dentro de ella, haciéndole sentir un nudo en el estómago por la rabia de no poder hacer nada por ellos.

—¡Clarisse! ¡Abre la puerta! —Bill la llamó con voz bastante alta desde el otro lado. Se podía notar la confusión en su voz— ¡sabes que no me gusta entrometerme en tu privacidad, pero necesito que me digas que sucedió!

—Harry, Harry. Por favor contesta —Clarisse llamó al chico por lo bajo, pero no recibió respuesta alguna.

No sabía en donde podían estar para ir a ayudarlos, así que los nervios la hicieron quedarse en silencio. No quería que los carroñeros descubrieran el espejo, pues sabía que les iría mal si así era.