Clarisse estaba bastante emocionada por regresar a Hogwarts. Los mejores años de su vida los había pasado en aquel lugar tan mágico y quería volver a recordarlos. Sabía que las cosas estaban bastante mal en el Colegio, pero eso no le quitaba la ilusión de volver a reencontrarse con todos los conocidos que dejó atrás al momento de graduarse.
La profesora McGonagall había ido hasta su casa para recogerla, además de que por seguridad le era mejor llegar con alguien conocido. La mujer le había contado que no dejaban entrar o salir a nadie a menos que fuera alguien que estuviese del lado de Lord Voldemort.
Cuando estuvieron en Hogwarts ella notó al instante como aquella magia que había vivido parecía nula. Los estudiantes trotaban a sus clases con la cabeza gacha, incluso no se escuchaba nada más que sus pasos apresurados. La iluminación en el castillo era poca, así que gracias a que el llovía afuera, parecía verse todo de un triste gris. La Profesora McGonagall caminaba sin inmutarse, pero por la forma en que su rostro se contorsionaba, era obvio que tampoco estaba nada feliz por la manera en que estaban sucediendo las cosas.
—¿Está segura que no quiere quedarse en el castillo? —McGonagall le preguntó una vez que llegaron hasta la puerta de la enfermería— en mi despacho hay una habitación extra. Sería más fácil y menos agotador para usted.
—Estoy muy segura, profesora. Además William me está esperando en casa —Clarisse respondió con una sonrisa amplia en su rostro. La emoción la llenó de pies a cabeza de solo pensar en volver a ver a su esposo en unas horas.
—Veo que no cambiara de opinión. Aún así sabe que la puerta de mi despacho está abierta para cualquier cosa que necesite —McGonagall le dio un asentimiento de cabeza como despedida y se dio media vuelta.
A pesar de que la profesora ya era un poco grande de edad, la forma en que caminaba con sus zapatos con tacón era magnífica de ver. Caminaba con la cabeza en alto, incluso parecía flotar al ser tan delicada. Ella había intentado aprender a hacerlo de esa manera, incluso sus padres habían contratado a varias instructoras, pero jamás lo logró. Clarisse pensaba que era gracias a toda la presión y malos comentarios de sus padres.
Le restó importancia a sus tristes pensamientos y entró a la enfermería.—No puedo creerlo... —Clarisse dijo para si misma con horror en el momento en que miró a su alrededor al entrar.
Jamás había visto la enfermería con tantas personas a la vez. Había varios alumnos de primer año, los cuales lloraban sin parar, pidiéndole a los alumnos más grandes que los ayudaran a volver a casa con sus padres. Los mayores estaban mucho más heridos, incluso algunos tenían hematomas en las partes visibles de sus cuerpos. Había alumnos de todas las casas, a excepción de Slytherins.
—Llegaste justo a tiempo, querida. Hoy hay más alumnos que de costumbre, así que no perdamos tiempo —Madame Pomfrey se acercó hasta ella con rapidez, la tomó por la mano y la llevó hasta la entrada a la que era su habitación— ahí dentro tengo una túnica para ti. Necesitas usarla para que no manches tú ropa.
Clarisse asintió con la cabeza, al mismo tiempo que Madame Pomfrey cerraba la puerta para darle privacidad. Jamás había imaginado estar dentro de la habitación de la mujer, así que no pudo evitar prestar atención a todo lo que había a su alrededor. No quería demorarse mucho en ello, ya que había muchas personas que la necesitaban en esos momentos. Tenía que admitir que cámbiese frente a tantos retratos de enfermeras era incómodo, pero todas ellas se dieron media vuelta para darle un poco de privacidad.
Cuando estuvo lista dejó las cosas que traía sobre una silla y se dirigió hasta la enfermería, en la cual habían llegado dos personas más. Para su sorpresa, se trataba de alguien conocido.
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Clarisse ⟨••Bill Weasley••⟩
Fanfic(COMPLETA) Clarisse Diggory jamás imaginó que a partir del torneo de los tres magos las cosas se pondrían feas, mucho menos que a pesar de la desgracia encontraría a alguien que la haría feliz en los momentos oscuros. (Basada en los libros)