Mío o de nadie

4- Noche de juegos

- Vale, vale.- reía Carla mientras que tomaba un sorbo de vino- Pero es que aquí dice explícitamente que no puedes formar palabras en otro idioma, Samuel.

- ¡Que sí!- le respondía él contagiado de la risa de ella- Mira,- señalaba el papel que Carla le mostraba- 'palabras que tengan un válido significado en el idioma que se haya pautado entre los participantes al comienzo de la partida'.

Estaban en el departamento de Samuel, sentados en una manta en el suelo con dos copas de vino. Se encontraban jugando Scrabble, o más bien riéndose de las ocurrencias de Samuel al formar las palabras más extrañas e inexistentes del mundo.

- Te la dejaré pasar, pero es la última.- le amenazó Carla con humor en su voz.

Desde la cocina, se sintió el sonido de la alarma del microondas que indicaba que las palomitas de maíz estaban listas.

Dejaron el juego en donde estaba y se acomodaron en la cama de Samuel para ver una de las series favoritas de Carla, 'Pretty Little Liars'.

Ella estaba a su lado, pero no sabía cómo actuar en aquella situación. Mayormente, cuando estaban acostados juntos, se encontraban sin ropa disfrutando de otras cosas en vez de viendo una película.

Aplicando lo que veía en las películas románticas, se acurrucó en el espacio que había entre el brazo de él y su pecho, quedando acostada en su lado izquierdo oyendo los latidos del corazón de Samuel. Por supuesto que esto era un comportamiento típico de novios, y ellos aún no se habían atrevido a etiquetarse en voz alta, y esto generaba gran confusión en Carla.

Samuel sintió cómo se acomodaba la rubia en su pecho, y sin dejarle saber que era algo muy conmovedor para él, ya que muy pocas veces era ella la que tomaba las iniciativas románticas, la abrazó por la espalda con un brazo y con el otro le acariciaba el brazo que había cruzado por sobre él.

Se quedaron allí sin en realidad ver el show. Cerraban los ojos y disfrutaban de las caricias que se proporcionaban.

- Me gusta estar así.- Carla rompió el silencio- Ojalá fuera así de fácil todo el tiempo.

- Bueno,- Samuel se acomodó para mirarla a los ojos sin dejar de abrazarla- tendremos todas las vacaciones de verano para nosotros. Me dijiste que tu padre tiene mucho papeleo aquí en Madrid, así que es muy probable que se queden aquí.

Esto alentó un poco a Carla y la llenó de renovado optimismo.

- ¿Crees poder conmigo un verano entero?- lo molestó ella dándole una sonrisa coqueta.

- ¿Un verano?- se mofó Samuel- ¡Que el cielo me ayude!- fingió una mueca de sufrimiento mientras que se cubría los ojos con su mano libre.

- ¡Ya!- se rió Carla mientras intentaba sacarle la mano del rostro.

Él se quedó mirándola atontado por la belleza que irradiaba.

- ¿Qué ocurre?- le preguntó ella un poco más seria. Sentía que estaba siendo juzgada de arriba a abajo.

- Tus ojos.- le respondió- Tus ojos ponen a mis demonios de rodillas.

Carla le sonrió tímidamente al escuchar que el motivo de la detenida atención que él ponía en su rostro, era pura adoración.

- Perece que esta vez está saliendo mejor que la anterior.- le comentó mientras dibujaba círculos en el pecho de él, que la miraba entendiendo que no se refería a la noche de juegos.

- A veces,- se pausó para besarle la nariz- la única forma de recuperar la estabilidad, es perder el equilibrio.

Ella asintió y le devolvió el beso.

- Mañana, después de clases, podemos ir a la playa a pasar la tarde.- le propuso ella sin poder ocultar una ansiosa y emocionada sonrisa.

- Te esperaré en la salida.- aseguró Samuel mientras que le acariciaba su mejilla. Ella solo cerró sus ojos y dejó que aquella cálida caricia la adormitara.

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