39- La verdad y amor

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Era la mañana del día en que las chicas le dirían a los muchachos la verdad acerca de Marina, y todas estaban bastante nerviosas al respecto.

- Preciosa, ¿a qué hora debemos estar en casa de Rebeka?- preguntó Samuel desde la ducha.

Carla se sonrojó y sonrió involuntariamente. Para él era muy fácil llamarla por apodos de manera natural y desenvuelta, y esto le encantaba a ella.

- A las 2:30.- contestó ella asomándose al baño.

- Ya... ¿sabes de qué se trata?

- Es importante.- se limitó a decir ella.

Después de que Samuel saliera de la ducha, se calzó sus bóxers y se sentó en el borde de la cama pensativo. Mientras, Carla estaba muy concentrada frente al espejo acomodándose el cabello.

- ¿Todo bien?- le preguntó al verlo algo fuera de si a través del espejo.

- Si... todo bien.- le sonrió apenas él volteándose un poco.- Solo pensaba en qué haremos para Navidad...

- Pues la pasaremos juntos...- rió ella como si fuera una evidente obviedad, a lo que Samuel sonrió.- Hablaremos de los detalles luego.

Bajaron ya listos para irse. Almorzaron una lasaña con la que Samuel había sorprendido a Carla la noche anterior y jugaron un rato con Nemo, que se había apropiado de todos los cuartos del apartamento.

Carla le había comprado una soga de colores para que cada uno tironée de un lado y así ayudarlo con los pequeños dientes que le estaban saliendo.

Samuel intervenía de vez en cuando, pero él prefería observarla a ella reír y jugar con el cachorro. De alguna manera, no encontraba nada más maravilloso y magnifico que verla en su elemento. Tan solo siendo ella.

Se pusieron sus abrigos y se dirigieron rápidamente hacia el elevador. Estaban llegando un poco tarde.

Samuel, como siempre, le abrió la puerta del acompañante de la Jeep y la ayudó a subir dándole la mano, algo innecesario, pero que a ella le encantaba.

Al llegar a casa de Rebeka, Samuel no pudo evitar mantener a Carla detrás de él. Era un reflejo protector que comenzó a tener desde que Carla llegó a su vida.

No tenía idea de qué esperar de aquella reunión. Sabía que Carla estaba enterada, pero no la iba a presionar para que hablara, si ella hubiera querido contarle, lo hubiera hecho.

- Pasen.- les saludó Nadia abriendo la puerta.- Aún faltan Lu y Valerio... tuvieron un inconveniente.

- Ya me imagino qué clase de inconveniente.- comentó Carla dejando su cuerpo suelto para que Samuel pudiera ayudarle a sacarse el saco.

- No hay que meternos.- apuntó él colgando el abrigo de la rubia y depositándole un beso en la mejilla.- Sé que es tu amiga, pero es algo que deben resolver ellos.

- Lo sé...- se medio-quejó ella.

- Estarán bien.- apuntó él viendo la preocupación en el rostro de Carla.- Se quieren. Esto solo es una pequeña roca en el camino.

- Eso espero...- comentó mirándolo tristemente.- Últimamente, él es lo único que la mantiene cuerda... y viceversa.

- ¡Ay, por favor!- Samuel la abrazó de costado.- ¿Cuándo tu amiga ha estado cuerda?- bromeó cumpliendo su cometido y haciéndola reír.

Unos quince minutos después, llegaron los faltantes. Valerio llegó bromeando como siempre, mientras que Lu avanzaba a paso cansado. Era como si estuviera harta de algo, pero no se sabía de qué. Carla notó esto y supo que se trataba de la discusión que tuvieron con Valerio acerca de la carta que Marina me escribió a la mexicana.

Mío o de nadie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora