35- Cuando estábamos en el auto

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- ¿Dónde está Samuel?- Carla ya se estaba preocupando. Hacía más de una hora que le estaba llamando y no respondía.

- No lo sé...- comentó Valerio ya harto de estar sentado en la sala de espera.- Quizá se fue a casa.

- ¿Y por qué no le avisaría a Carla?- apuntó Lu rodando los ojos ante la obviedad.

- Disculpen, ¿buscan al joven de cabello rubio ceniza que estuvo aquí hace un rato?- intervino una joven enfermera que salía nuevamente de la habitación de Marina. Parecía que aún estaba en su fase de internado.

- Samuel, sí.- Carla abrió grandes sus ojos.

- La paciente Nunier le envió a buscar algo a su casa.- comentó en voz baja.- No se supone que revele información de conversaciones de mis pacientes, así que, les pido que quede entre nos.

- Por supuesto, gracias.- la despidió Lu volteando hacia Carla.- ¿Por qué coño iría a casa de Marina?

- No lo sé, pero idea de él no ha sido.- sentenció cruzándose de brazos.

- La maldita zorra está planeando algo, lo huelo.- susurró la mexicana solo para su amiga.- ¿Quieres que te acompañe?

- Gracias, pero creo que Samuel necesita hablar.- le acarició el hombro a su amiga en señal de gratitud.

_._

Samuel se encontraba sentado sobre la que era la cama de la pelirroja. Estaba absorto en aquellas hojas que había sacado de el sobre azul marino que se encontraba dentro de la mesa de noche de ella.

Cada página lo mataba por dentro. Ahora si sentía toda la culpa que Marina había previsto. Y rabia, por sentirse así.

Con los ojos cristalizados por lo que estaba leyendo, volteó sorprendido hacia la puerta al oír unos golpeteos de uñas en el marco de aquella.

- ¿Qué haces aquí?- se sorprendió él al ver a su novia mirándolo con una sonrisa.

- ¿Qué haces tú aquí?- le retrucó la pregunta, mientras avanzaba hacia él.

- Despertando a mi consciencia.- suspiró hojeando las páginas nuevamente.

- ¿Puedo?- preguntó tendiendo la mano para tomar la carta, a lo que Samuel asintió.

No era muy larga, pero las palabras eran dolorosas para quien sea que las leyera.

- Por favor dime que no te crees esto.- le pidió cerrando los ojos para no perder la compostura.

- Tiene razón.- comentó agachando la cabeza y dejando que una lágrima se derramara por su mejilla.- Si hubiera sido más comprensivo... Si le hubiera permitido hablar conmigo cuando quiso hacerlo, o si le hubiera dicho que todo estaba bien, que ya no hay rencores. Es mi culpa. Intentó matarse por mi culpa.

Inmediatamente, Carla se inclinó a la altura de Samuel y tomó su rostro entre sus manos con fuerza.

- Esto no ha sido culpa tuya.- pronunció cada palabra con lentitud y severidad.- Tu no has hecho nada malo. Es pura manipulación, Samuel.

Él no respondió, sólo se inclinó un poco hacia el costado para sentir la piel de la palma de Carla con más calidez.

- ¿Y si lo es?

- No lo es.- respondió ella con rapidez.

- ¿Cómo lo sabes?- casi susurró.

- Porque te miro a los ojos y sé que no le quieres hacer daño a nadie...- le dedicó una sonrisa juguetona.

Mío o de nadie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora