56- San Valentín (parte 2)

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Estaba todo detalladamente preparado para San Valentín. Carla se había ido a dormir nerviosa y con la ansiedad a flor de piel. El piso de abajo estaba listo para sorprender a Samuel, pero ella no estaba segura de estarlo.

Cuando despertó por la mañana, se encontró con un ramo de rosas al pie de su cama, y unos globos en forma de corazón que alcanzaban al techo gracias al helio que los elevaba.

La sonrisa en su rostro fue instantánea. Jamás se había sentido tan amada como con Samuel.

Mireya se asomó cautelosa por la puerta de la habitación y la saludó amablemente.

- Fueron órdenes directas del joven Samuel.- le comentó dejando una pila de ropa limpia en uno de los cajones de la muchacha.- Lamento si la he importunado.

- Mireya, para nada. Fue un gran gesto de tu parte el prestarte para esto. Gracias.- le agradeció Carla lo más cariñosamente posible.

Rápidamente se colocó el vestido más acorde a la ocasión: rojo con una falda acampanada. Se alisó el cabello, haciendo que pareciera más largo y se peinó hacia un costado como siempre acostumbraba.

Desayunó unas tostadas con mermelada de durazno, algo que le encantaba y se dirigió hacia su habitación, pero al llegar a la entrada, Carla se encontró con Samuel esperándola al pie de la escalera de espiral con una sonrisa de oreja a oreja.

- Estás guapísima.- se le acercó.

- Y tú muy apuesto...- le coqueteó la rubia atrayéndolo para darle un suave roce de labios.

- ¿Lista?

- ¿Para?- se despegó un poco de él.

- Ya verás...-

_._

Pasaron poco más de quince minutos, y Samuel terminó estacionándose en un descampado precioso.

Los árboles, a pesar de la época del año, poseían un color verde brillante al igual que el césped.

El río, que se encontraba a pocos metros, era tan cristalino que se podía ver el fondo.

Él se apresuró a bajar primero para abrirle la puerta a Carla y cederle su mano para que descendiera de la camioneta.

Ella se quedó en asombro observando la vista. No lo podía creer.

- ¿Y esto?

- Un picnic de San Valentín.- apuntó señalando victorioso una gran manta sobre el césped, que tenía sobre ella una botella de champaña y varios bocadillos. Él sabía cuanto Carla adoraba los momentos al aire libre. Tanto así, que tomaron la costumbre de escoger un domingo de cada mes para tener un picnic, solo ellos dos.

Sin decir nada, ella lo tomó de la mano y se apresuró a paso rápido a llegar allí.

Rápidamente, Carla sacó su móvil y lo acercó de un tirón, brusco pero adorable según Samuel, para sacarse una selfie. Nunca perdía la oportunidad de publicar un par de fotos y luego quedarse con algunas para ella.

- Toma un par más.- le pidió él besándola en el cuello rápidamente.- Quiero publicar alguna también...

- Vale, pero yo elijo cuál.- le advirtió ella.

El mediodía transcurrió a la perfección, según el punto de vista de ambos. Comieron liviano y charlaron de sus infancias. Algo que Samuel utilizaba sutilmente como una estrategia para acercarse un poco más a ella.

- ¿Nunca te has encariñado con alguna de tus familias sustitutas?- preguntó de repente Carla, saltando de tema.

- Quizá, eso creo.- Samuel alzó las cejas en sorpresa.

Mío o de nadie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora