8- Cuesta abajo

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CARLA POV:

Los meses pasados habían sido de lo más increíble.

Ozzy se adaptó sorprendentemente rápido al cambio de lugar y familia, así que, gracias al Cielo, no tuvimos que preocuparnos por eso. A Samuel lo llamaron de la conserjería de alumnos para avisarle que había quedado para una pasantía en un pequeño buffet de abogados asociado con la universidad a la que él se había apuntado. Y yo he tenido que viajar de Vermont a New York repetidamente por un "problema de corazones" con Lu.

Pero como siempre, tengo que destrozar todo.

Fue hace unas noches atrás, una en la que salimos a cenar después de terminar nuestras rutinas en el campus, en la que sugerí ir a ese lugar francés en el centro de la ciudad.

Samuel estuvo muy extraño todo el tiempo. Lo había estado desde hacía unas semanas, pero aquella noche la pasó casi sin dirigirme la mirada desde que salió de su clase de derecho, respondiendo a mis fallidos intentos de generar conversación con monosílabos, y solo tomando mi mano cuando yo se la ofrecí.

No es que el no tenga derecho a estar molesto, pero es muy fuera de lo común que me ignore cuando lo está.

El es muy fiel a su filosofía de que siempre debemos resolver los conflictos que surgen en cuando lo hacen, evitándonos que terminen por mezclarse con otros y terminar lastimándonos cuando todo salga a la luz al mismo momento.

Pero no esa noche.

Pero tampoco parecía molesto, lo cual me confundió más. Parecía ser totalmente indiferente a mi presencia.

Sus halagos, bromas e inacabables temas de conversaciones parecían haberse desvanecido.

- Si quieres podemos pedir algo para llevar y comer en casa.- comenté, intentando soñar casual mientras ambos mirábamos el menú.

- Como tú prefieras.- se limitó a contestar sin levantar la vista de la carta.

Después de aquello, no quise presionar más. No estaba segura si me gustaría la respuesta a mi pregunta.

SAMUEL POV:

De verdad que debía de tener algún dios aparte para estar aguantando tanto como lo estaba haciendo.

Si bien todo era parte de un plan para sorprenderla luego, me mataba verla tan confundida y, aunque ella no lo quisiera dejar ver, dolida.

La única persona que sabía de aquel secreto era Lu. No porque confiara en ella para guardarlo, sino porque me la topé en la maldita tienda de Tiffanie's y no me quedó otra que explicarle que hacía allí. Lu tiene una fama de ser absolutamente insoportable cuando se lo propone. Y decirle que "buscaba un colgante para mi mamá" fue la excusa más idiota que se me pudo haber ocurrido para que arqueara una ceja y me obligara a hablar.

Desde aquel encuentro había pasado los últimos meses fingiendo estar ocupado con la pasantía de Dartmouth, cuando en realidad me estaba dedicando de lleno con Lu a preparar la sorpresa de Carla.

Obviamente, Lu se auto-adhirió al plan. Ni con el menor de los juicios aceptaría formar "equipo" con ella.

Aún así, ser frío con Carla no era parte del plan exactamente. Pero era la única opción que tenía si no quería terminar desbordar de la ansiedad y los nervios.

Pasando tanto tiempo fuera de casa, podía permitirme estar más suelto con ella. Pero cuando la fecha se comenzó a acercar, no confiaba en mí mismo para estar cerca de ella sin arruinarlo todo.

Mío o de nadie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora