Las clases estaban a punto de concluir. Pero a pesar de que quedaban dos horas, a Samuel se le estaba haciendo eterno.
En la anteúltima asignatura, Azucena se asomó por la puerta del salón y le llamó a su oficina.
- No has hecho nada erróneo.- lo tranquilizó acercándose a su asiento mientras él se levantaba para seguirla.
Carla observó toda la situación con nerviosismo y muy confundida.
Una vez en su oficina, la directora le pidió que tomara asiento con una sonrisa.
- Samuel, tienes un registro de asistencia casi impecable, sin mencionar tus notas, que sobresalen. Quizá no tanto como Lucrecia o Nadia, pero definitivamente es algo que nos encanta de tu presencia aquí.
Samuel la miró contrariado. Si querían felicitarle por su rendimiento académico, solo bastaba un par de comentarios en su plantilla de informe.
- Y bueno... Es que en los últimos días, te hemos visto un poco apagado. Pálido, desganado... y con poca participación en clases. Tus profesores han acudido a mí con preocupación, ya que te estiman a ti tanto como a tus acotaciones y aportes en sus clases.- juntó sus manos frente a ella.- Nos gustaría saber si, habría alguna posibilidad, de que estés atravesando por una deficiencia de tu sistema inmune, y que la sobre-existencia que te impones esté empeorando esto.
Él consideró esto por un momento y cayó en cuentas de que su frente sudaba a lo loco, sus piernas apenas podían sostener su cuerpo y sus ojos luchaban de manera inhumana para mantenerse abiertos.
- Creo... creo que puede ser. No estoy seguro.- apuntó con voz débil.
- Yo sí lo estoy.- sentenció Azucena colocándole una mano sobre la frente.- Intenta relajarte en casa, ¿vale? Pídele a algún colega del curso que te pase lo que hagan en las últimas horas de hoy, y de ser necesario, de los próximos días.- ordenó con firmeza pero con un tono maternal preocupado.
- Eso haré... gracias.- agradeció sinceramente.- Es una lástima que no todos los colegios tengan una directora que sea tan dedicada con cada alumno.
Azucena se enterneció. Jamás le reconocían su trabajo, a pesar de que ella lo hacía por la satisfacción de sentirse realizada.
- Tú no te muevas. Le pediré a algún compañero que recoja tus cosas.
Samuel asintió y se relajó en su asiento mientras la directora desaparecía en el pasillo.
- ¿Valerio?- llamó la directora haciendo una seña al profesor para que detuviera un segundo la clase.- ¿Podrías juntar las pertenencias de Samuel y acercar su mochila a mi oficina? Te lo agradecería mucho.
- Claro.- exclamó él poniéndose manos a la obra. Cualquier oportunidad por ayudar a su reputación con la directora, la usaría.
Mientras, Carla paseaba los ojos por todas partes sin encontrar pista alguna de qué coño ocurría.
- Valerio.- le susurró antes de que partiera al despacho de la directora.- Averigua qué ocurre, ¿vale?
- Seguro.- la reconfortó.
Pasaron menos de dos minutos antes de que Valerio volviera a ingresar a clases. Lu le tocó el hombro una vez que se sentó, recordándole que debía una explicación.
- Ah, si... Está muy enfermo. Se lo han llevado a casa. El pobre apenas se puede mantener de pie.- se volteó rápidamente para que no lo pillaran.- Se lo llevaban a testear o algo así.
El corazón de Carla comenzó a acelerarse y, como lo que era propio de ella, golpeteaba silenciosamente su mesa con los dedos.
- Oye, ¿no será eso que está en las noticias?- acotó Lu sin haberse percatado de la situación de su amiga.
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Mío o de nadie
FanfictionDespués de que el su plan terminara en fracaso (terminada la segunda temporada), Samuel termina por convencer a Carla de que le de una oportunidad para demostrarle que nada fue un juego para él. Con mutuo esfuerzo para vivir una relación sin mentira...