- Apuesto todo.- dijo Cayetana empujando todas sus fichas de póker al centro de la mesa, mientras que vestía una reluciente sonrisa.
- Okay.- respondió Samuel tomando un espejo que había en la mesada del apartamento.- Quiero que tomes esto, y me digas qué ves al mirarte en él.
Ella se observó unos segundos y respondió.
- Estoy sonriendo.- apuntó ensanchando su sonrisa.
- ¿Y eso qué me dice a mi de tus cartas?- preguntó él.
- Que son buenas.- respondió como si fuera algo obvio.
- Bien, ahora mira mi rostro,- le pidió Samuel cambiando su expresión a una consternada.- y dime qué es lo que ves.
- No estás feliz.- analizó ella con seriedad.
- ¿Y eso qué te dice de mis cartas?- preguntó él incitándola a que se diera cuanta sola.
- Pues... que yo tengo buenas cartas y tú no.- volvió a sonreír.
- Bien, y con ésto establecido, ¿qué piensas hacer?- se cómodo él en su silla.
- Mantendré mi apuesta.- contestó manteniendo su sonrisa victoriosa.- Tú tienes cartas malas, yo tengo cartas buenas. Ganaré...
Samuel triplicó la apuesta y empujó todas las fichas que tenía en su lado de la mesa, y Cayetana hizo una mueca de confusión al ver aquello.
Al mismo tiempo, ambos voltearon sus cartas y el rostro de ella mostró decepción y contracción al mismo tiempo.
- Pero... no estabas feliz...- sentenció ella negando la cabeza.
- Te hice creer que no estaba feliz.- la corrigió juntando todas las fichas y atrayéndolas hacia él.
- Me mentiste... ¡le mentiste a tu hermanita!- exclamó cruzándose de brazos y reclinándose en su asiento.
- No.- rió él.- Engañé a mi hermanita.
- ¿Los jugadores de póker saben de este método para nada cristiano?- preguntó frunciendo el ceño.
Samuel suspiró y se inclinó un poco para hablarle con más seriedad.
- Caye, lo que hay en el rostro de las personas, no siempre es lo que hay en su corazón.- le explicó intentando que el asunto sonara más leve.
- Pero, eso cambia todo.- apuntó enarcando las cejas.- ¿Cómo sabes en quien confiar?
- Nunca lo sabes.- suspiró.- Eso es lo que hace a la vida interesante.
Después de conversarlo con su madre, de quien necesitaba el permiso de hacerlo, Samuel reunió el coraje suficiente de hablar con Cayetana y explicarle con suavidad y delicadeza todo aquello que ella ignoraba de su pasado. Carla, quien estaba al tanto de los nervios de su novio, le dió varias recomendaciones para evitar que la noticia la golpeara tan fuerte, y entre ellas, estaba la idea de que utilizara los viejos álbumes familiares. Su novia era un roble en el que el joven apoyaba toda su confianza.
Terminó por sentarse a almorzar con Cayetana y contándole la verdad. No fue una gran sorpresa para ella. Tenía varios recuerdos borrosos de su niñez de los que no encontraba explicación coherente.
Desde entonces, ambos han encontrado un momento cada tanto para pasar ratos de hermano-hermanita como en los viejos tiempos.
Al contrario de lo que muchos podrían creer, a Carla no le molestaba ceder un poco de su tiempo con Samuel para que él y Cayetana reconectaran. Le encantaba ver su faceta de hermano mayor, y disfrutaba de ver cómo Caye le quería tan incondicionalmente como ella.
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Mío o de nadie
FanfictionDespués de que el su plan terminara en fracaso (terminada la segunda temporada), Samuel termina por convencer a Carla de que le de una oportunidad para demostrarle que nada fue un juego para él. Con mutuo esfuerzo para vivir una relación sin mentira...