53- Football americano

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El viernes a la tarde, en el grupo de WhatsApp, las parejas discutían cuales serían los planes del fin de semana. Eran más que consientes que cuando el curso acabara, no tendrían la posibilidad de pasar tanto tiempo juntos, por lo que intentaban aprovechar cada oportunidad.

Valerio sugirió los bolos, Lu ir a ver un desfile de una marca muy reconocida, Polo irónicamente quería jugar al polo, y Guzmán sugirió ir a pasar el fin de semana a un campo de football en el norte.

Las chicas no estaban muy abordo del plan, pero terminaron cediendo por ellos. Ya que, generalmente, eran ellos los que se conformaban con lo que ellas quisieran hacer.

Cada uno fue en sus vehículos propios con sus respectivas parejas. No fue un viaje largo. La vista de los montes y valles verdes, apaciguaba la ansiedad e insertidumbre de las chicas.

Carla y Lu se sentían un poco inseguras con respecto al juego. No tenían idea de cómo jugar o cuales eran las reglas. Tenían un poco

Una vez en que se instalaron, se reunieron en el comedor del camping para cenar. No duró mucho, ya que todos estaban agotados por el viaje, sin mencionar que se les sumaba a jornada escolar más temprano.

Carla, al llegar a su habitación, procuró darse una ducha con agua tibia. Se tomó su tiempo, dejando que recorriera su espalda, permitiendo que su cuerpo se relajara.

Al acabar, y al encontrarse sola en su habitación, decidió vestir su pijama de color azul, cuya musculosa de seda le cubría los hombros, y los shorts apenas llegaban a sus muslos.

Por más que lo intentara, no podía conciliar el sueño. Ya no estaba muy acostumbrada a dormir sin Samuel. Según Guzmán, todos dormirían en cuartos separados porque el camping no permitía que menores sin acompañantes compartieran habitación. Cosa que le parecía ridículo, dado a que tanto Samuel como ella, habían alcanzado la mayoría de edad. Pero a ella le pareció que debían ser considerados con sus amigos, ya que no todos gozaban de la misma situación aún, y por ende, dormir por separado.

Se revolvía en la cama sin encontrar ninguna posición cómoda. Generalmente, dormía abrazada a Samuel o de espaldas a él, pero tomándole la mano. Era un martirio aquel gesto de consideración.

No aguantó mucho más. Tomó su bata y se dirigió al pasillo, donde buscó la habitación de su novio.

Él se encontraba en la misma situación que Carla. Estaba intentando relajarse mientras leía un libro, pero no parecía funcionar.

Se sobresaltó cuando oyó el ruido de la puerta, y antes de abrirla, rogó que se tratara de Carla.

- Hola...- lo saludó tímidamente aferrándose a su bata.-...¿y si hacemos una pijamada?

- Te me adelantaste.- sonrió él abriendo aún más la puerta a modo de invitación.

Ambos se acurrucaron bajo las sábanas y el cobertor, ya que la noche estaba helada.

- No podia dormir... creo que me he mal acostumbrado a tenerte a mi lado cada noche.- rió ella abrazando el torso de él mientras reposaba su cabeza en su hombro.

Samuel se mofó involuntariamente y Carla elevó la mirada para que se explicara.

- Tú me debes tantas horas de sueño que no he podido conciliar por ti.- le sonrió mientras le acariciaba el brazo que ella tenía cruzado sobre su pecho.

De repente el rostro de Carla se ensombreció y las comisuras de sus labios formaron una línea recta.

Samuel notó el cambio de ánimo en ella y le levantó la barbilla con la mano para que lo mirara a los ojos, con quienes le hizo ya pregunta silenciosa.

Mío o de nadie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora