2- Hogar

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CARLA POV

No es extraño para mí despertar en brazos de Samuel. No ahora, por lo menos. Es una costumbre que se ha vuelto necesidad con el tiempo.

Mi humor durante el día puede depender si en la mañana encontré su lado vacío o si estábamos entrelazados.

Obviamente, jamás voy a admitirlo a él. Solo alimentaría su ego y le daría razones para llamarme nombres tiernos que me encantan. Pero si se lo hago saber, mi ego y orgullo serían los dañados... Debería trabajar en eso.

- Buenos días, Bella Durmiente.- me susurra al oído antes de besarme en la mejilla.- Te he preparado en algo.

Al no tener cortinas aún, los ventanales me juegan una mala pasada. El brillo cegante del sol me despabila casi al instante.

- No.- me quejo en un sonido que suena más infantil de lo que quería, pero él solo se ríe y me ayuda a enderezarme.

Mientras refriego mis ojos, siento algo medianamente pensado sobre mi falda. Al abrirlos, una bandeja con un desayuno lo bastante grande para alimentar a nuestro grupo de amigos me estaba esperando.

- ¿Y esto?

- Pasé por la tienda de aquí cerca mientras dormías.- su tono es avergonzado y tímido, lo que hace que me dé cuenta que, a veces, es necesario asegurarle que sus esfuerzos no son tomados en vano o por sentado. Y me quiero dar una hostia mental por eso.- Quería sorprenderte con el desayuno, aunque no ha salido tan bien como esperaba.- con una risa apagada mira hacia abajo intentando evitar mi mirada.

- Samuel.- intento buscar sus ojos, pero sólo consigo un "mmh?" de respuesta. Aún así, sé que hay algo que nunca falla con él, así que intento de nuevo.- ¿Amor?- Y tal como esperaba, su mirada se alza hacia mi de manera repentina. Su sonrisa es apabullante con dulzura y sus ojos me observan alegres. Sip. Nunca falla.

- Esto es muy dulce y considerado. Gracias.- a pesar de mis esfuerzos por ser una novia decente, se me ríe en la cara.

- Vale, solo come.- señala la comida sobre mi regazo y me besa la mejilla.

Cuando enfoco mi visión sobre la bandeja, descubro que en verdad tengo al mejor hombre de todos: huevos revueltos, jugo de naranja, café, tortitas y tostadas me esperan.

- ¿Has hecho todo esto mientras dormía?- cada día encuentra una manera de sorprenderme con estos gestos tan románticos. Sé que debe de ser bochornoso para él cuando sus amigos se enteran, pero a él no le importa. El hecho de que yo sea su prioridad por sobre su imagen masculina, me provoca cosquilleos en el vientre. Eran mariposas, ¿no?

- Sé que estás preocupada porque todo salga perfecto. La decoración, el comienzo de clases, lo nuestro...- él está nombrando mis preocupaciones como si no las compartiera. Si hay que sincerarnos, es él quien está loco de ansiedad. Pero aún así - y nuevamente - minimiza sus inquietudes porque, para Samuel, las mías son lo más importante.- Solo quería aliviar un poco tu estrés.

Esa mirada culpable que mira al suelo para esconder su nerviosismo es ridículamente adorable.

Me acerco para eliminar la poca distancia que nos separa y tomo su rostro en mis manos, obligándolo a que me mire.

- Eres un romántico empedernido.- la más juguetona de mis sonrisas se hace presente sin mi permiso.

El idiota solo se enconé de hombros y me mira divertido.

- Sirve, ¿o no?- responde con tal descaro que no puedo evitar negar con la cabeza y sonreír.

Hablamos de casi todo, pero nada muy importante. Más que nada comentamos sobre la casa y qué clases tendríamos en la universidad. Es muy fácil olvidarnos de que además de pareja, somos mejores amigos. Reímos, hablamos, vemos televisión y salimos a pasear. A veces solía preguntarme si debimos esperar un tiempo antes de lanzarnos de lleno a esta relación, si debimos comenzar como amigos y de ahí escalar hasta esto. Pero por más que lo piense y analice, no lo cambiaria por nada. Tenemos una intimidad increíble - en todos los sentidos - ademas de conexión y confianza, y aunque hagamos el amor, nos besemos en público y vivamos juntos, siempre será mi mejor amigo.

Mío o de nadie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora