9- El cómo

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SAMUEL POV:

No me siento triste. Ni angustiado. Ni enojado.

Es como si estuviera bajo altos niveles de anestesia. De esas que te inyectan cuando te hacen un procedimiento sumamente complicado y doloroso, como los de corazón abierto. Cuando intentan arreglarlo... que irónico.

No volví a casa desde hace tres noches, pero sí aproveché sus horarios de la universidad para buscar a Nemo y llevarlo conmigo al departamento de Guzmán, donde me estoy quedando.

Dartmouth justificó mi "viaje de emergencia" a New York con el alto rendimiento académico que había estado teniendo hasta la fecha... y quizá porque mencioné que mi abuela había fallecido.

Lo cual no es mentira, solo que ocurrió hace varias décadas.

Lu es la única que sabe. Nuevamente, no porque en ella confíe, sino porque no entendía mi falta de interés en el plan que habíamos estado eufóricos preparando día antes.

Así como yo, no emitió palabra. Solo se sentó frente a mí inmóvil, casi sin respirar. De tanta quietud que había en la habitación, su desconcierto era casi tangible.

Tanto así que dejó que la abrazara y me abrazó de vuelta.

Aún tengo varias llamadas perdidas de Carla, y no es que no quiera hablar con ella, pero tampoco sé de qué tendríamos que hablar. Está todo dicho. Está todo hecho.

- ¿Cuándo, en toda la historia de nuestra amistad, he sido tan mierda como para que creyera que sería capaz de hacer algo semejante?- Lu parece estar poseída por el demonio de Tasmania desde que su shock inicial se desvaneció y fue reemplazado por un enojo desmedido.

- Por décima vez, no lo sé.- contesto tan tranquilo como la primera vez mientras desayuno mis waffles.

- Soy vanidosa. Soy altanera. Soy cruel a veces. Pero jamás sería capaz de algo así.- la última oración es inundada por un sollozo contenido y unas lágrimas que se derraman por sus mejillas.- Tú me odias más que nadie, dime que no crees que soy capaz de algo así.

Nunca, desde que la conozco, había visto a Lu en un estado tan vulnerable. Joder, mucho menos frente a mi.

- Hey, hey, no te odio.- me levanté de la barra y caminé hacia ella tomándola de los brazos para que me mirara y supiera que le estaba hablando en serio.- Eres muy insoportable, pero no te odio.- le dedico la sonrisa que ambos sabemos que quiere decir "estoy bromeando para no hacer muy sentimental este momento".

Ella ríe en un sollozo un poco ahogado y me dedica un "gracias" por lo bajo mientras se aleja por el pasillo.

Guzmán aparece al mismo tiempo preguntándome ¿qué ocurrió? con la mirada, pero finge no ver el estado angustiado de Lu para evitarle el mal rato.

Cuando la vemos desaparecer por la puerta del apartamento, Guzmán se sienta en el que era mi lugar para robarme un pedazo de waffle al mismo tiempo que tomo asiento a su lado con un suspiro derrotado.

- Entonces... ¿de verdad no me contarás que ocurrió?- su tono casual suena demasiado acusador para mi gusto.- Mira que soy muy celoso, y que mi ex sepa los secretos de mi mejor amigo no le ayuda a esta característica poco encantadora de mi personalidad.

Tal como esperaba, reímos por unos segundos, pero su mirada preocupada no escapa de mi atención.

- Oye... que...- su voz se torna nerviosa e incómoda de repente.- Tú sabes que puedes quedarte todo el tiempo que quieras, joder, hasta te puedes mudar y nos la pasamos de puta madre todos los días.- me sonríe con ilusión.- Pero sea lo que sea que halla ocurrido... no puedes evitarlo toda la vida.- mi mirada se endurece por unos segundos y la desvío hacia la ventana.- Sé que tiene que ver con Carla.- aquello es suficiente para hacerme volver hacia él y trabar la mandíbula.- No me mires así... es obvio. Parecen chicles de lo tan pegados que están todo el tiempo, y cuando no es así, no dejan de hablar del otro.

Mío o de nadie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora