26- Gimnacio y espía

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- ¿A dónde vas?- preguntó Carla al ver que Samuel tomando un bolso y dirigiéndose a la salida de su departamento.

- Tengo práctica de boxeo con Rebe...- se arrepintió de decir aquello en el acto.

- Tranquilo.- ella se había dado cuenta que Samuel creía que la había cagado.- Ve y diviértete.

Quería sonar tranquila y sobrada por el asunto... pero por dentro le ardía la sangre con rabia. Nunca se había sentido tan territorial con respecto a nadie.

Con Polo nunca sintió nada parecido a celos, al contrario, mientras que se encontrara con otras chicas, ella no tienta la obligación de estar con él, a lo que sus padres la habían sometido decidiendo sobre su futuro por ella.

- Vale, estaré en el gimnasio de WTS.- apuntó dándole un beso en la mejilla.-Me llamas cualquier cosa.

- Claro.- Carla sabía que el gimnasio de WTS era parte de un hotel que pertenecía a una asociada de la madre de Rebeka, por lo que sería mucho más  fácil conseguir entrar que intentar hacerlo en el sótano de la choni.

- Y... Carla.- la llamó Samuel antes de desaparecer por la puerta.- Tenemos un trato.

- Lo sé, iré a quedarme con Guzmán y Ander hasta que tú vuelvas.- recordó ella. Samuel había ido muy lejos con la idea de que se quedara sola unas horas en el departamento, pero hasta ahí llegaría.

- Confío en ti.- sentenció severo y cerró la puerta detrás de él.

Carla se dirigió a el gran ventanal de la sala y esperó ver a Samuel subirse a su Jeep. En cuanto lo vió alejarse por la gran entrada del barrio privado, tomó su bolso y se apresuró a la salida.

- Lu.- la llamó mientras marcaba la planta baja en el tablero del elevador.- Dime que tienes la llave.

- Claro que sí, darling... ¿por quién me tomas?- respondió la mexicana del otro lado de la línea.- Te la dejaré en la recepción. Pídela a nombre de la señorita Montesinos.

- Gracias, cari.- respondió aliviada ya saliendo del elevador.- Te debo una.

No era la primera vez que Carla adoptaba un papel incógnito. Sabía perfectamente cómo actuar y cómo no hacerlo. Tenía su saco blanco que combinaba con su sombrero floopy, y unas gafas negras que costaban el sueldo anual de un empleado de clase media.

Pasó por recepción como su amiga le había indicado, y pidió la llave de acceso para el area de recreación del hotel.

Decidió tomar las escaleras de emergencia para evitar cualquier tipo de improvisto. Cuando llegó al gimnasio del hotel, se dió cuenta que tendría que tomar medidas para evitar ser vista.

Se colocó detrás de la puerta del sector de boxeo y, asomándose de a poco, se encontró con Samuel entrenando con Rebeka.

Estaba con una camiseta ajustada que dejaba ver la musculatura marcada que poseía. Algo de lo que no se había dado cuenta, era que los brazos de Samuel, habían aumentado notablemente sus músculos. Y era obvio que se lo debía al boxeo.

- ¡Joder, Samu!- exclamó Rebeka con una sonrisa.- Ya casi que ni me necesitas.

- Hace unos meses no tenía ni fuerza para hacer que el saco se mueva.- bromeó él.

Carla no soportaba la imagen de Rebeka tan cerca de Samuel. Continuó observando los movimientos adredes que hacía la chica para estar en más cercanía física con él.

Mío o de nadie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora