7- Celos y recelos

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Después del apasionado verano que la joven pareja disfrutó junta, el día de volver a clases llegó. Aún no tenían claro qué iban a hacer o cómo afrontarían aquello. Si lo harían público u optarían por mantenerse ocultos.

- Hay alguien que te está deseando mucho... pero no te voy a decir quién soy.

Carla leyó el texto que Samuel le envío la noche anterior al regreso a clases y sonrió. Siempre le divertían las ocurrencias y tonterías que se ocurrían.

- Me haces sonreír incluso cuando estas lejos.

Respondió ella acomodándose dentro de su cama. Ya estaba lista para dormir, pero no podía negar que de una manera u otra, se quedaría despierta hasta tarde por pensar en Samuel.

- Vale, es que estás en mi cabeza todo el tiempo. Por cierto, la próxima que decidas provocarme insomnio por andar en mi mente, ponte ropa.

Carla se carcajeó en voz alta al leer aquello. No pudo evitar cubrirse la boca como un autoreflejo cuando se dió cuenta que sus padres estaban dormidos.

- Vale, espero ser la única allí modelando.

- ¿Sigues preocupada por mañana?

Carla se dió cuánta que Samuel estaba preocupado por la reacción que había tenido respecto a Rebeka, y no quería que él se llevara la impresión de que estaba celosa o nerviosa por la cercanía que tendría con su amiga, que estaba notoriamente colada por él, sin que ella supiera que estaba en algo medianamente serio... aunque por dentro se moría de rabia.

Mantendría la compostura aunque la situación le generara malestar.

_._

- Ya sabes cómo es esto.- le decía Rebeka a Nadia- El que quiere, puede. Mírate a ti, fara! Que teniendo todo el mundo en contra, has conseguido ser la única en tu familia con diplomas académicos y toda la cosa...

- Ya, pero esto no se trata de mí.- le respondió Nadia mirando hacia donde Rebeka tenía clavada la mirada. Samuel estaba entrando en el colegio y las saludó con la mano.

- Tu quieres convencerte a tí misma que lo tuyo con Samuel es posible.- le reprochó la palestina haciendo que la otra volteara cabreada a callarla.

- ¿Es que Samuel no se puede fijar en alguien como yo?- le preguntó dolida mientras se hacía la que no le importaba.

- Claro que si, Rebe. Me refiero a que si algo termina mal, su amistad terminará arruinada.- la intentó suavizar Nadia.

- Ya. ¿Sabes qué pasa? Que me he pasado todo el puto verano pensando en este tío y en cómo coño olvidarme de él y pasar página. Pero si nunca he tenido el valor para ir de frente con él, ¿cómo espero que ocurra algo entre nosotros?¿por arte de magia? No, tía. Yo no soy de las que se arrepienten de lo que no han hecho.

- Vale.- suspiró Nadia resignada. Su amiga no era flexible cuando se trataba de algo que quería.

- Hey!- las saludó Samuel acelerando el paso.

- Samu, te hemos extrañado... vaya!- exclamó Nadia interrumpiéndose a sí misma- ¡Madre mía! ¡Que si has crecido como diez centímetros... mínimo!

Samuel se quedó mirándola incrédulo. No tenía idea de que estaba hablando, pero al notar de que debía de mirarla inclinando un poco la cabeza hacia abajo, se dió cuenta de que si había un notorio cambio en su altura.

Rebeka lo sacó de su estado pensativo, al mismo tiempo que daba un paso adelante y se cruzaba de brazos.

- ¿Es que no piensas saludar apropiadamente a tu increíble amiga, Rebe?- lo molestó, y seguidamente el la abrazó con cariño. Claro que la había extrañado, era su amiga. Pero no cambiaria el verano que tuvo por nada.

Mío o de nadie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora