CARLA POV:
Son como las cuatro de la mañana cuando mi celular comienza a sonar... no deben ser buenas noticias. La última vez que recibimos una llamada a las tantas de la madrugada fue para decirnos que Marina había vuelto.
No es que la quiera muerta, pero a ver, tampoco hacía falta que volviera a Madrid. Se podría haber quedado viva en Marruecos o Moscú o Bogotá, yo qué sé.
- Diga.- mi voz está aún ronca por dormir y Samuel se incorpora inmediatamente al oírla.
- ¿Carla?- la joven en el otro lado de la línea suena feliz por escucharme.- ¿Estás ocupada?
- ¿Qué~ ¿Quién...?- al parecer comienzan a aparecer síntomas de una tardía tartamudez y Samuel frunce el ceño preguntándome qué ocurre.
Observo el identificador de llamadas y suspiro sonoramente.
- Caye, si no es una situación que requiera mi inmediata intervención, nuestra relación de cuñadas se va a ver muy comprometida.- veo cómo Samuel rueda los ojos hacia atrás y vuelve a acostarse.
- ¿Por qué? Pensé que... Oh, claro. La diferencia de horario.- su voz suena llena de energía que mo me sorprendería que estuviera en medio de una clase de acrobáticas para la apertura de un nuevo circo. Esta chica puede ser muy impredecible.
- Sí... la diferencia de horario.- me refriego los ojos con los dedos.- ¿Qué ocurre?
- Nada... sólo...- su tono se volvió vergonzoso de repente.- Que te extraño.
Gran parte de mi vida estuvo invadida por un vacío oscuro que nadie parecía querer ayudar a llenar. No tenía incondicionales.
No hasta Samuel. Y con él llegó todo lo bueno... como Caye.
Bien sé que me vuelve loca. Pero es esa hermana que siempre quise tener. Esa que quieres matar y abrazar al mismo tiempo.
- Yo también te extraño, peque.- le respondo con toda la honestidad que poseo.- Mañana desayunamos juntas por Skype, ¿qué te parece? Ahora debo volver a la cama antes que tu hermano considere golpearme con una almohada.
- ¡Vale!- prácticamente puedo verla dando esos saltitos pequeños en el lugar que suele hacer cuando está emocionada.
- Vale, te quiero, chao.- corto las llamada y de repente me siento más despierta y espabilada de lo que quiero.
Miro a mi costado y encuentro a Samuel mirándome con una sonrisa boba.
- Me quieres más a mí, ¿verdad?- preguntó haciendo un puchero para nada creíble.
- Apenas.- le sonrío acomodándome cerca de su pecho y dejando salir un suspiro de cansancio.
- Trata de dormir.- me susurra cerca del oído. Siento su mano acariciarme el cabello con suma dulzura, lo que generalmente haría que me rinda al sueño en cuestión de segundos, pero ahora no puedo.
No puedo dejar de pensar en todo lo que lo necesito para vivir. Sus abrazos, sus desayunos sorpresa, sus terribles chistes, sus frases melosas, sus guerrillas bromistas cuando me quiere sacar una sonrisa. Y me pregunto, ¿yo qué le doy?
Problemas.
Dolores de cabeza.
Preocupaciones.
Berrinches.
Es como cuando un amigo te regala un reloj de oro y tú le regalas un dulce de miel.
Esa sensación de poder perderlo por no ser suficiente en cualquier segundo está presente desde que me besó por primera vez.
- Puedo oler el humo de tu cabeza.- bromea apretándome más contra su pecho.- Estás pensando mucho, ¿qué ocurre?
Podría decírselo, pero sería solo generar una disconformidad innecesaria. Es mi inseguridad. Yo puedo lidiar con eso por mi cuenta. No tengo porqué ser injusta con él y cargarlo con nada más.
- Nada...- miento.- Solo me cuesta dormir.
Se queda callado por unos minutos y, de repente, prácticamente puedo sentir su sonrisa haciéndose presente en su rostro.
- ¿Quieres que te cante una canción que me invente cuando estábamos en el instituto?
- ¿Sobre el asco que era encontrar chicles bajo las bancas?
- Sobre ti.
Ahora sí me alejo un poco de él para poder mirarlo cuestionantemente a los ojos.
-¿Y yo me entero de esto ahora?
- Recién empezábamos a salir, Carla. No seas dura conmigo.- me sonríe con esa sonrisa que le da un vuelco a mi estómago.
- Vale, vamos a ver que tal están tus dotes musicales.- digo volviendo a mi posición inicial sobre su pecho.
Puedo hacer todas las bromas que me plazcan, pero sé muy bien que mi novio tiene un don para cantar. Pero no se lo hago saber porque al chaval se le vuela el ego hacia las nubes cuando lo alagan.
Permanezco en silencio un segundo para darle tiempo a recordar cuál sea que sea la letra de dicha canción y comienza a cantarme sobre mi cabeza con una voz dulce pero masculina...
- "Voy a contar una cosita, de la niña más bonita,
Con dos ojos como lunas, verdes como aceitunas,
Y la nariz muy redondita, rodeada de pequitas,
Piel clara como la nieve, y labios finos rosa leve"Siento como mis ojos se humedecen y me aferro a su torso con fuerza.
-"Si la vez alguna vez, nunca la podrás olvidar,
Con esa risa contagiosa, te hace reír con cualquier cosa,
Hasta los pájaros al verla, todos se ponen a cantar,
Es la rubia más talentosa, y para mí la más preciosa."En toda mi vida, no importa cuanto sea, jamás me sentí tan amada. Tan cuidada. Tan... de alguien. Tan completa.
-"Mi marquesita, con su labial a bases de coco, el tiempo con ella sabe poco,
De todas la mejor princesa, nos tiene a todos hechizados,
Cuando nace ríe fuertemente con sus mofletes sonrojados."¿A todos? ¿Quienes?... Ah, claro. Mi padre. Mi madre. Su madre. Ha hecho que sea más que algo entre él y yo. No es una canción sobre mí. Es sobre él y como nuestras familias, que ahora se mergieron en nuestra familia, en singular, me quieren.
-"Y cuando canta mil canciones, puedes oír por todos lados,
Su voz tranquila y melodiosa, florecerán todas las rosas,
Si alguna vez la puedes ver, ya no la podrás olvidar,
Tiene la risa más hermosa, me hace reír con cualquier cosa,
Hasta los pájaros al verla, todos se ponen a cantar,
Es la mujer más bondadosa, y para mí es la más hermosa.
Mi marquesita, usa cremas con olor a coco, el tiempo con ella sabe a poco,
De ella quiero un abrazo, tampoco estoy pidiendo tanto,
Hablar con ella todo el rato... ver cómo irá cumpliendo años...
pero conmigo siempre a su lado."Lo último que recuerdo, fue haber susurrado "te amo" antes de caer rendida al sueño.
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Mío o de nadie
FanfictionDespués de que el su plan terminara en fracaso (terminada la segunda temporada), Samuel termina por convencer a Carla de que le de una oportunidad para demostrarle que nada fue un juego para él. Con mutuo esfuerzo para vivir una relación sin mentira...