41- El hotel

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- Carla, nos vamos por dos días.- apuntó Samuel mirándola empacar su segunda maleta.- No nos mudamos.

- Es preferible que sobre y no que falte.- comentó ella levantando un dedo.

- Pues te va a sobrar de más, porque la idea de esta escapada de fin de semana es que utilizes la menor cantidad de ropa posible.

Carla volteó a verlo divertida por su actitud.

- ¿Y quién se queda con Nemo?- se alteró ella de repente. El cachorro estaba desparramado en la gran cama masticando un juguete.

- Cayetana.- la tranquilizó Samuel con una dulce sonrisa al ver cómo se preocupaba por su mascota.

- Agh, voy a extrañar a mi pequeño amigo.- se acercó a Nemo tomando su peludo rostro entre sus manos y hablándole como a un bebé.- No vas a reemplazarme, ¿verdad?

El cachorro comenzó a mover su cola desesperadamente mientras se paraba en dos patas y lamía la cara de Carla.

- Oye, alfombra con patas.- lo llamó Samuel serio.- Solo yo puedo hacer eso. No te pases de listo.

Carla rió ante la ocurrencia y se volvió para terminar de empacar.

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- Joder... es demasiado, Samuel.- comentó ella al bajar del coche y encontrarse con un hotel de lujo que tenía fuentes en la entrada y luces elegantes que alumbraban el camino.

- Nada es demasiado cuando se trata de ti.- apuntó él besando su cabeza y dándole una sonrisa fugaz.

Tranquilamente, ingresaron al bello hotel tomados de la mano, Carla observando todo maravillada, y Samuel observando embobado la sonrisa de Carla sin que ella se diera cuenta.

En el decimocuarto piso, les esperaba la excepcional suite con vista al lago. La puerta corrediza de vidrio daba hacia un balcón estilo italiano, el cual fue la cosa favorita de Carla. Le encantaba leer "Romeo y Julieta". El balcón que unía a esos mundos tan distintos, pero ¡oh, se amaban tanto!

Carla estaba parada en el medio de la habitación apreciando la vista que la puerta de vidrio les proporcionaba. Samuel se acercó por detrás y le tendió una copa de champagne, mientras él se se servía una.

- Por favor, nunca dejes de mirarme como si vieras a nadie más.- susurró ella en un tono de súplica.

- Pero es que no hay nadie más, Carla.- le respondió acariciando la mejilla izquierda de la rubia.- Estás loca si crees que algún día podría dejar de amarte.

- Si, puede que esté loca.- comentó ella abrazándolo por el cuello.- Sin embargo hay algo en ti y en tu manera de abrazar mi locura que asemeja al cielo trayendo paz al infierno...

- Estás en plan romántico... pasa una vez cada luna de sangre.- se burló él abrazándola dulcemente, y Carla lo codeó jugando.- Debo sacar provecho.

- Lamento no ser tan abierta como quieres... pero estoy trabajando en ello. Lo juro.- aseguró preocupada de que sus palabras no tuvieran valor.

- Lo sé. No te preocupes por eso.- la tranquilizó besándole la frente.

- Claro que estoy preocupada, Samuel. Cada vez que intentamos continuar con nuestra relación, se jode por culpa mía o por la vida y cosas sobre las que no tenemos control.

- Ey, no, no.- la frenó Samuel atrayéndola más hacia él.- Primero, tu no tienes ni has tenido la culpa de nada. Y segundo... que la puta vida venga, cariño, con sus jugarretas y altibajos, que aquí estaremos de frente a ella, para mostrarle que, a besos y sonrisas, nosotros, también sabemos joder.

Mío o de nadie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora