9- Pijamada, confesiones y pasión

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Carla llevaba toda la noche respondiendo las incesantes preguntas de Lu. Amaba el entusiasmo de su amiga con respecto al tema.

- ¿Le has dicho que le quieres ya?- preguntó la mexicana mientras tomaba un nuevo sorbo Sprite con limón, la bebida sin alcohol favorita de ambas desde que eran niñas.

- Algo así...- le respondió Carla- Él me ha dicho que me amaba y yo le he respondido con un 'yo también'... pero nunca he tomado la iniciativa.

- Ya veo.- reflexionó su amiga- Si me preguntas a mí, deberías de hacerlo. A ver, que ya se que tú tienes un pequeño gran de problema con el tema de ceder el control, pero si en verdad le quieres y estás tan enamorada como dices, yo te haría mal bajar la guardia. No es una amiga chismosa de la primaria, es tu pareja, Carla.

Carla la miró estupefacta. Después de quedársela mirando por un par de segundos, se lanzó hacia ella y le dió el abrazo más sincero que le salió del corazón.

- En verdad te he subestimado Lu.- confesó Carla mientras se alejaba un poco de ella para poder mirarla a la cara.- Supuse por adelantado que te opondrías rotundamente a mi relación con Samuel, y que jamás dejarías de restregármelo y burlarte de aquello en mi cara. Pero has reaccionado de la manera más dulce y comprensiva que podría hacer esperado. Lo siento. Esperaba que después de haberte ocultado esto, no querrías hablarme más en tu vida.

Lu chasqueó la lengua desviando la mirada. Luego le tomó la mano a su amiga intentando dejarle ver que sus intenciones eran honestas.

- Lo sé. Y es que te he dado razones para que pienses así de mí.- Carla intentó contradecirla pero Lu levantó un dedo para que la dejara continuar.- No puedo cambiar quien soy, Carla. He nacido en un lugar privilegiado de la sociedad, lo que me ha hecho mirar hacia abajo a personas que no lo han hecho. No me enorgullece, pero es así. De todas maneras... estoy intentando cambiar un poco. No dejaré mi humor o mis actitudes características, pero si intentaré que te sientas cómoda y segura hablando con tu mejor amiga. Algo en lo que no he sido muy buena.

Jamás habían tenido una charla tan profunda y llena de emociones. Las dos se sentían en paz la una con la otra.

Después de hablar un rato y ponerse al día de lo que  sucedía en la vida de la otra, Lu llevó la conversación por un lado más divertido.

- ¿Y cómo es con Samuel?- preguntó la mexicana trastabillando las palabras después de su quinta copa de vino.

- ¡Lu!- le reprendió la rubia estallando en risas que le contagió a su amiga.

- ¡Ya! Lo siento, pero ninguno de esos detalles melosos que me contaste acallaron mi curiosidad.- continuó Lu.

- Vale...- Carla cedió muy fácilmente a la petición de Lu, desde hace tiempo sentía ganas de contar las experiencias que vivía con Samuel, pero nunca sintió que tenía a su mejor amiga a su lado hasta ese momento.

Carla relata...

Un tarde nos encontrábamos en su casa, totalmente solos. Él quería que intentemos relajarnos esa noche, ya que habíamos estado paseando por Madrid todo el fin de semana. Decidimos ver cualquier película que apareciera en la televisión a esa hora, sabíamos que si nos poníamos a elegir, pasaríamos más tiempo dudando que ver qué viendo la película.

Me acomodé a su lado en el sofá y el me rodeó con un brazo.

Las escenas comenzaron a subirse de todo, y nuestros cuerpos se comenzaron a tensar, no porque nos incomodara, si no porque mi pierna estaba rodeando la cintura de Samuel.

Ninguno de los dos estaba mirando la película. Estábamos tratando de contener el deseo de arrancarnos la ropa en ese mismo momento.

Sentía la mirada de Samuel clavada en mi. De repente su mano comenzó a deslizarse por debajo de mi blusa. Yo no lo detuve, al contrario me enderezé un poco para que pudiera tener un mejor acceso.

Sentí como sus dedos quitaron mis sostén y comenzaron a masajear mis pechos. De allí, fue directo hacia mis pesones, con su dedo índice y pulgar comenzó a apretarlos y frotarlos de una manera que jamás hubiera podido predecir, me haría suspirar así.

Cuando creí que de dispondría a ir directo al punto, comenzó a desabrocharme el botón de mi pantalón de jean. Metió su mano en mi entrepierna y no tuvo piedad de mi. Los vecinos deben de haber creído que me estaba matando.

Después de ir al grano y pasar tres horas golpeándonos con el cabezal de la cama, nos quedamos dormimos.

- Que mierda...- acotó Lu.- ¿No tendrá un hermano? Pero no el asesino.

Después de este comentario, las dos se miraron fijamente y luego estallaron en una carcajada que hubiera despertado a medio vecindario de haber vivido en uno.

-Mañana ven a casa... tengo una sorpresa para ti.

Al leer el mensaje que Samuel le había dejado, Carla sonrió involuntariamente. No podía negar que estaba ansiosa por saber de que se trataba...

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