21- Perdón

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Samuel se había despedido de Rebeka, quien le pidió a su chofer que la pasara a buscar para ir al colegio. No estaba en condiciones de darse el lujo de no ir a clases.

Él no se sentía con ánimos de lidiar con ocho largas horas de tortura sin fin ese día, así que decidió irse a su departamento a pensar e intentar relajarse.

Más o menos a la hora del almuerzo, la puerta de la entrada se abrió dejando ver a una bella muchacha rubia sonriendo aliviada de encontrarlo allí.

- No te ví en clases hoy.- apuntó en forma de saludo mientras que se le acercaba con cautela.- Supuse que estarías aquí...

- No me sentía de ánimos para ir.- le respondió mirando para el constado, evitando hacer contacto visual con ella.

Carla suspiró y cerró los ojos. Ya no quería seguir con aquella charla sin rumbo, quería ir al punto.

- Tenemos que hablar, Samuel.- le dijo mientras que dejaba su bolso en el sofá blanco.

- Bien.- se limitó a decir él. No se la iba a hacer tan fácil, si quería perdón, tendría que dar más de ella.

Carla entendió que se las tendría que arreglar con más que sus juegos de seducción en aquel caso.

- Lo siento.- comenzó mirándolo a los ojos.- Se me fue la pinza. No lo pensé, solo actué con respecto a lo que sentía... y sentía enojo y necesidad de venganza.- se sinceró bajando la mirada avergonzada.

- ¿Pero venganza de qué?- cuestionó Samuel aún un poco cabreado.

- ¡De que te esté alejando de mí!- se exasperó Carla levantando la voz, para luego inhalar profundo e intentar tranquilizarse.- Antes éramos solo tú y yo. Lo sé, solo era la magia del verano... pero aún así. Después de estar ocultándonos tanto tiempo, al fin pudimos salir a la luz, pero volvimos al colegio y ella estaba aquí esperándote, así como Marina. Es como si el universo me estuviera advirtiendo que cualquiera es mejor para ti que yo.

- Carla, no digas tonterías.- la frenó Samuel.

- Mira, lo siento, ¿vale? Me dejé llevar. Actué de manera territorial sin pensar en las consecuencias...- concluyó esperando una respuesta por parte de él.

- Podría estar más cabreado contigo, pero sé que ese plan no es propio de tí. Fue idea de Lu.- le comentó ahora más tranquilo que cuando comenzaron a hablar.

- ¿Te lo dijo ella?- preguntó sorprendida.

- No.- le respondió acercándose un poco.- Pero conozco tu estilo, y no es el de exponer a otros en las redes sociales.

- ¿Y cuál es mi estilo entonces?- indagó un poco más a la defensiva.

- Tus palabras. Esa es tu arma. Ninguna reputación dañada puede herir más que cuando estás enojada y usas tus palabras para defenderte.- fue honesto pero duro.

- ¿Lo he hecho contigo?- preguntó con una mirada triste. Es solo hecho de pensar que lo había podido herir de esa manera la mataba por dentro.

- Solo cuando estás enfadada.- volvió a sincerarse. Esta vez no sería benevolente con el comportamiento de Carla. Necesitaba que le bajaran los humos.

- Lo siento mucho.- se disculpó en voz baja mirando hacia el costado para evitar que él viera cómo sus ojos intentaban retener las lágrimas que luchaban por salir.

- Lo sé.- Samuel estaba muriendo por ir a abrazarla y decirle que todo estaba bien, pero no podía permitirse caer de nuevo. Si querían tener una relación saludable, ella tenía que aprender a ceder el poder de vez en cuando.

- Le pedí a Lu que borrara todas las imágenes.- le comentó un poco más compuesta.- No le dirá nada a la directora acerca de las marcas de...

- ¿De qué?- la sorprendió cruzándose de brazos.- ¿De qué pensaron que eran esas marcas?

- Con Lu supusimos que había vuelto a los negocios turbios de su madre.- se encogió de hombros como si fuera cualquier cosa.- Que le habían dado una lección o algo...

- Ah, vale.- se mofó Samuel.- ¿Sabes qué ocurre cuando tus padres tienen deudas y a los que les deben dinero quieren mandar un mensaje?

Carla negó con la cabeza un poco arrepentida de haber saltado a conclusiones antes de tiempo.

- Toman a lo más importante de su vida.- le respondió severo.- Lo devuelven así, con marcas, golpes y cicatrices, como método único de advertencia. Así llegan los mensajes a casa, Carla. Rebeka no estaba lastimada por hacerse involucrado en "negocios turbios", si no porque su madre sí lo estaba. Rebe solo fue la portadora de los mensajes... como todos los niños que alguna vez nos encontramos atados a esa clase de vida.- terminó diciendo ahora con más tristeza en su voz.

- ¿Tú...?- se detuvo al interpretar el sentido de sus palabras. Recordó todas esas veces que le había visto esas cicatrices en su cuerpo que estaban terminando de cicatrizarse para casi desaparecer.

- ¿En verdad creíste que todas esas marcas eran por caerme de la escalera o por cortes accidentales?- preguntó incrédulo mirándola a los ojos.

- ¿Por qué no me dijiste?- cuestionó mirándolo a los ojos de manera eufórica.

- Era un niño, Carla. No habrías podido hacer nada para arreglar el pasado.- le explicó intentando calmarla.- Mi madre debía muchos meses de renta de distintos lugares cuando era pequeño, mi hermano comenzó a robar, apostar y perder dinero que no era suyo... No fue ninguna sorpresa en verdad.

- ¡"No fue ninguna sorpresa" mis cojones, Samuel!- enfureció al pensar en que alguien se hubiera atrevido a hacerle daño.- Dime quienes han sido esos imbeciles porque sino te juro que...

- Sino ¿qué?- rió él.- ¿En verdad me estás amenazando en medio de un intento de reconciliación?

- Agh.- se quejó dejando caer su rostro en el pecho de él rendida.

- ¿Me has perdonado?- preguntó sin mirarlo al rostro, no quería enfrentarlo.- ¿O tendré que arrodillarme y rogártelo?

- El hecho de que estés dispuesta a aquello es suficiente.- le respondió dulcemente besando su cabello.- Solo quiero que comiences a sentirte cómoda en ser vulnerable conmigo, Carla, eso es todo. No puedo ser el que tenga que hacer los sacrificios emocionales en esta relación tan solo para que tú no pierdas tu orgullo.

- Prometo trabajar en ello.- levantó su rostro para enfrentarlo con una sonrisa sincera.

- ¿Quieres comer algo? Ya es hora del almuerzo...- apuntó Samuel al recordar de que ella se había escapado del colegio a la hora de la comida.

- Me muero de hambre.- confesó riendo.

- Vale, traeré la lasaña que querías comer la semana pasada.- le dijo apuntándole el sofá para que se sentara.

Mientras almorzaban, Samuel le contó a Carla la sorprendente noticia acerca de Cayetana, a lo que ella reaccionó como Rebeka: no se lo podía creer.

- Joder, tengo cuñada.- bromeó condenado a Samuel.

- Al parecer.- asintió rodeándola con un brazo.

El notó que se había hecho un silencio bastante sospechoso entre ambos. Volteó a verla bastante concentrada en su tenedor que solo giraba y jugaba con la lasaña de su plato.

- Carla, nadie remplazará tu lugar en mi vida.- apuntó haciendo que lo mirara a los ojos.

Carla solo asintió y le dedicó una sonrisa sincera, agradeciendo que él la conociera tan bien como lo hacía.

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