14- Moretones

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- ¡Samuel!- se carcajeó Carla poniendo una mano en su frente y otra en su cadera.- ¡Le has puesto más del doble de harina que necesita!

El viernes, la rubia le comentó a Samuel que ella ayudaba a su cocinera cuando era pequeña, algo que terminó en él riéndose de aquello. Carla se propuso demostrarle que era cierto, y el fin de semana se pusieron a cocinar juntos.

- Vale, tú solo sabes eso porque lo has visto en internet.- la molestó él.- A las marquesas no les enseñan pastelería.

- Cierra el pico.- lo codeó ella sonriéndole involuntariamente.- ¿Qué sigue?

- Déjame ver...- respondió él checkeando el libre de recetas que estaban utilizando.- Amasar.

- Vale... aquí si no tengo idea.- le confesó Carla levantando las manos en señal de redención.

- Ven.- la atrajo él colocándola de espaldas entre la mesada y su cuerpo.

Tomó sus manos y comenzó a guiarla en el movimiento de amasar. Sus manos estrujaban la masa en sincronía, aunque ambos estaban pensando en algo para nada parecido a la pastelería.

Carla, que solo llevaba una remera mangas cortas ajustada y ropa interior, sintió como la intimidad de Samuel comenzaba a dar señales de sentir lo mismo que ella.

Ambos sabían que estaban a punto de ceder. Carla tomó la mano de Samuel brusca y impacientemente y la colocó sobre su ropa interior.

Él comenzó a jalarle el cabello delicadamente, de la manera que sabía que a Carla la volvía loca.

Después de hacerla desear un poco, introdujo su mano deseosa entre las ropas de ella, quedando en contacto directo con su piel húmeda y cálida.

Carla ya tenía los ojos en blanco. No aguantó más y se volteó para que se unieran sus cuerpos.

Terminaron por romper la mesada de cerámica por la fuerza brutal de las embestidas, que provocaban gritos de placer por parte de ambos.

- Creo que se secó la masa.- suspiró Samuel agitado, provocando la instantánea carcajada de Carla.

- No creo que importe mucho... aún hay mucha humedad en otras partes.- le susurró al oído encerrándolo con sus piernas y dejándolo en contacto con su intimidad que aún estaba empapada.

- Si no quieres cojear mañana, te recomiendo que no sigas por ese camino.- sentenció Samuel mirándola a los ojos seductoramente mientras que con la cabeza le hizo señas de que mirara lo que había provocado nuevamente en él.

- Como dice el dicho, "encuentra a alguien que te haga reír en público...- Carla hizo que el cuerpo de ambos se rozaran hasta que ella quedó a escasos centímetros de su boca.- ... y gritar en la cama."

Samuel, a quien le faltaba mucha fuerza de voluntad cuando se trataba de Carla, la tomó de las piernas y la llevó hacia el sofá, donde terminó disfrutando del cuerpo de la rubia por unas largas horas.

- Tu has provocado esto porque no querías que te vea quemar el Lemon-Pie.- la molestó él cuando habían terminado.

- Pues lo has pasado de maravilla.- le siguió el juego ella.

- Tú no te quedas atrás. Me has gastado el nombre.- la miró Samuel con una sonrisa burlona e imitando su voz.- "Samuel... ¡oh, Samuel!¡Más, más! ¡Joder, Samuel!"

Mío o de nadie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora