30- El juego II: Nemo y enfrentamiento

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Al llegar al apartamento, Carla sintió como su corazón golpeaba desaforado su pecho. No entendía que hacían allí ni cuál posible sorpresa la podría estar esperando.

- Siéntate, por favor.- le pidió señalando el sofá de la sala.

Ella obedeció, tensa por no saber lo que ocurriría. Samuel estaba serio, algo muy raro en él cuando estaban juntos, y eso no le daba un buen presentimiento.

Él se sentó en la mesa ratona que se encontraba frente al sofá y la miró severo.

- Quiero que cierres los ojos e intentes mantener la calma, ¿puedes hacer eso?- apuntó sin cambiar su expresión.

Carla ni siquiera pudo contestar con palabras, por lo que se limitó a asentir.

Cerró los ojos y colocó una postura erguida y tensa mientras que escuchaba los pasos de Samuel alejarse al lavadero que se encontraba en la habitación contigua a la cocina.

- Vale. Mantenlos cerrados.- le ordenó mientras se volvía a sentar al frente de ella.- ...y mantén la calma.

Carla comenzó a sentir como algo pequeño, pero pesado, se movía sobre su falda color turquesa. Si esto ya le había despertado su sentido de alerta, cuando sintió que una lengua le lamió la nariz, no soportó más la intriga y abrió los ojos.

Al verlo, los ojos de Carla casi se salen de sus órbitas. No podía creerlo y le costaba asimilarlo.

- ¿Qué...?- no podía terminar de formular una de las miles de preguntas que rondaban por su cabeza en aquel momento.

Un pequeño cachorro de pelo rubio estaba inquieto en la falda de Carla moviéndose desaforadamente en busca de atención.

- ¡Mira esto!- exclamó ella en una voz extremadamente aguda sosteniendo al cachorro a la altura de su rostro.- ¿Y tú cómo te llamas?¿Eh, Eh?- le decía con la voz que los adultos usan para dirigirse a los bebés acompañada de muecas inexplicablemente adorables.

Samuel miraba la escena encantado por la dulzura con la que Carla miraba al animal. No encontraba nada más perfecto que verla reír y ser auténtica. La mujer que él conocía detrás de las barreras.

- ¿Qué es esto?- preguntó sonriente volviendo al planeta tierra.

- Una amiga de la familia tiene un refugio de animales alejado de la ciudad.- le comenzó a explicar.- Me dijeron que había un pequeño que odiaba tanto estar allí que se escapaba en cada oportunidad que tenía. Hasta que lo encontraban podían pasar días que les constaba mucho tiempo en rescate de otros animales. En fin, me comentaron que tendrían que colocarlo en hogares de tránsito, y yo ya sabía de ante mano cómo funciona eso, cuando deje de ser un cachorro adorable lo tirarían a la calle. Y pensé que, quizás, podría cumplir aquel sueño frustrado que tenías de niña...

Carla lo miró por unos segundos con una expresión analizadora.

- ¿Por qué presiento que me hay más razones de la que me has dicho?- preguntó con un tono cálido.

- No lo sé.- se encogió hombros mirándola con una expresión inocente.

- Samuel...- Carla lo reprendió. Odiaba cuando fingía no tener nada para decir para no herir sus sentimientos.

Samuel suspiró ya sabiendo que no podría salirse con al suya,  y mucho menos con Carla.

- Yo...- comenzó buscando las palabras que no le costarían una discusión después.- ... solo pensé que, si no estás lista para ser más vulnerable y abierta conmigo, quizás saber que este cachorro no tiene la capacidad de juzgarte como crees que yo lo haría, te permitirías...

Mío o de nadie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora