32- Dartmouth

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- Si sabes que no puedes posponerlo por mucho más tiempo, ¿verdad?- apuntó Carla reclinándose en su asiento de avión.

Hacía ya una semana que Samuel había recibido su respuesta de la universidad de Dartmouth y aún no se había animado a abrirla.

Después de que su semana en New York terminara, Carla decidió tomar el mismo avión que Samuel para regresar a España, y así poder convencerlo durante el vuelo de que era tiempo de abrir aquel email.

- Lo sé.- le respondió muy tranquilo reclinado su asiento a la misma altura que ella mientras cerraba los ojos.

- ¿Cómo es que no estás ansioso?- exclamó indignada.

- Estoy muy ansioso por dormir un poco.- apuntó él. Sabía que este tipo de respuesta molestaban tremendamente a Carla, y era su cosa favorita cuando quería fastidiarla un poco.

- Ya.- ella se exasperó y volteó hacia el lado de la ventanilla.

Al llegar a Madrid, Samuel llevó a Carla a su casa, cuando estaba listo para marcharse a su departamento, Teo y Beatriz le invitaron a quedarse para la cena.

Fue una velada tranquila y un ambiente muy familiar. Beatriz ya consideraba a Samuel como parte de su familia, y Teo, se sentía mucho más aliviado de que su hija esté con alguien que no deje de tratarla como una reina.

- Estuvo exquisito, Mireya.- la felicitó Samuel mientras se colocaba el abrigo para ya marcharse.

- ¿No puedes quedarte?- preguntó quejosa Carla, jalándole el abrigo para acercarlo más a ella.

- Puedo.- apuntó Samuel acariciando su mejilla.- Tú no puedes.

La rubia hizo una mueca de confusión ante aquello al mismo tiempo que inclinaba un poco la cabeza pensando a qué coño se refería.

- Tienes tu parcial de Francés mañana por la mañana.- le recordó acercándola de la cintura.

- ¡Joder!- exclamó en un quejido contenido para que sus padres no se dieran por enterados.- Lo olvidé completamente.

Samuel prestaba mucha atención a los detalles que a Carla le parecían insignificantes. Ciertos horarios y tareas pendientes que ella solía mencionar solo porque sí, a él se le quedaban grabados, ayudando a que pueda colaborar un poco a los pequeños olvidos de la rubia.

Lo mismo ocurría con los gustos. Samuel siempre recordaba de qué bolsos o vestidos estaba enamorada esa temporada, las comidas que le gustaban o dejaban de gustar, y hasta aquellos lugares que la hacían explorar cuando se amaban en la intimidad.

- ¿Qué coño voy a hacer ahora?- se preocupó escondiendo su rostro en el pecho de Samuel.

- Eres completamente capaz de pasar ese examen.- sentenció él tomado su rostro entre sus manos. No lo creía del todo, ya que algo de estudio le habría hecho bien, pero siempre quería recordarle, en cada momento, que ella era capaz de hacer lo que sea. Ya que si bien Carla es una mujer independiente y brillante en todos los sentidos posibles, también tenía sus inseguridades en su interior.

- ¿Y si no?- preguntó cerrando los ojos y dejándose caer en los brazos de él para un abrazo.

- Y si no, eres muy astuta, sabrás cómo encontrar la manera de mandarme un texto así te ayudo.- le dijo él dedicándole una mirada cómplice que la hizo sonreír al sentir más tranquilidad y alivio.

- Mierda... también tengo examen de Inglés avanzado en la segunda hora.- sentenció recordando aquello.

- Carla, literalmente eres bilingüe.- rió Samuel que no entendía porqué estaba tan frustrada. Y tenía razón, no era ninguna exageración, Carla manejaba ambos idiomas, al igual que Samuel, a la perfección absoluta.

Mío o de nadie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora