10- La sorpresa

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Carla volvía ansiosa de la casa de Lu, impaciente por descubrir cuál era aquella sorpresa de la que Samuel le había hablado.

Tocó la puerta del departamento, pero nadie respondió. Lo intentó reiteradamente, sin embargo no hubo caso. Decidió intentar abrir la puerta, y efectivamente, estaba abierta.

Una vez en la sala, los ojos de Carla quedaron como platos. No podía creer lo que veía. El apartamento estaba completamente vacío, sin nada más que un par de cajas.

- Hola.- la saludó Samuel desde atrás, provocando que ella se sobresaltara y él, por consecuencia, se riera.

- ¿Qué ha ocurrido aquí?- preguntó ella preocupada.

- Es parte de la sorpresa.- le respondió él con una sonrisa pícara. Le tendió la mano esperando que ella la tomara, y aunque estaba dubitativa, lo hizo.

Al llegar a la calle, una camioneta Jeep Grand Cherokee se encontraba estacionada a un lado de la acera.

Samuel se colocó al lado de la puerta del acompañante, y la abrió mientras le señalaba con la cabeza a Carla para que se subiera.

- ¿Y esto qué es?- le preguntó ella estupefacta con una sonrisa en su rostro.

- Esto es en lo que pasaré a buscarte de ahora en más.- le respondió con una sonrisa tímida.

- Pero Samuel...- Carla no encontraba las palabras para expresarse. No entendía nada.

- Te explicaré cuando lleguemos.- la tranquilizó.

Ella asintió y subió al coche. La idea de que Samuel pudiera haber robado esa camioneta era todo menos creíble. Carla sabía que él no era capaz ni de robar un caramelo. Pero sí estaba preocupada de lo que tuvo que hacer para conseguirlo. Vender un riñón, involucrarse en apuestas, trabajar turno completo... cualquiera que fuera la verdadera razón, no le agradaba.

De camino, ella miraba para todos lados buscando señales de a donde se dirigían. Poco podría averiguar, ya que durante toda su vida fue llevada de aquí para allá, y ella no tuvo que saber el nombre de las calles, solo relajarse en el asiento trasero de su limusina.

Cuando el coche se detuvo, Carla vió que se encontraban en un barrio privado. Estaba lleno de gigantescas casas a ambos lados, y al fondo, se encontraba un gran edificio muy elegante con varios departamentos.

Samuel bajó rodeando la camioneta y le abrió la puerta a Carla como todo un caballero.

Carla solo lo seguía de la mano a donde sea que él la llevara. Sabía que estaba a salvo.

Entraron al gran edificio del final y subieron varios pisos. Samuel abrió la puerta del apartamento del cual tenía llave y dejó que Carla pasara primero.

Ella se llevó las manos a la boca y contuvo una gran suspiro. Estaba más perdida que cuando se subió al coche.

Se encontró en un bellísimo apartamento con vista a la ciudad. Amueblado estupendamente con las combinaciones de colores que ella más amaba. Minimalista pero elegante, simple pero moderno. Un sueño hecho realidad.

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Mío o de nadie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora