8- Confrontación y exposición

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Carla despertó temprano en la madrugada. El sol entraba tenuemente por detrás de las cortinas, provocando que la habitación se iluminara del color del amanecer.

Al abrir sus ojos y ver como Samuel se encontraba dormido abrazado a ella, no pudo evitar sonreír. Con su mano libre, le comenzó a acariciar su cabello suavemente.

Al sentir el delicado toque de Carla, Samuel abrió sus ojos lentamente para encontrarla allí, contemplándolo.
Sentía que estaba viviendo en el mismísimo cielo.

- Hola.- le susurró acercándose a ella.

- Mira quien despertó.- lo molestó ella mientras que acariciaba el brazo que él había cruzado en su vientre para abrazarla más fuerte.

- ¿Tienes hambre?- le preguntó Samuel, dándose cuenta de que ella llevaba más rato despierta

- Tranquilo, me he despertado unos minutos antes que tú.- lo tranquilizó besándole el cuello- Pero no te negaré que no me vendría nada mal desayunar algo.

Samuel se enderezó en la cama listo para encaminarse a la cocina.

- ¡Pero que no estoy muerta de hambre!- se rió Carla tratando de jalarlo de nuevo a la cama.

- Solo para que te enteres,- la miró a los ojos fijamente haciéndose el serio- tu no eres ninguna marquesa para mi. Eres una reina, y serás tratada como tal.

- Vale, vale.- se sonrojó ella empujándole al mismo tiempo que le sonreía.

Después de ir al baño, Carla se sentó en la barra de la cocina mientras que miraba cómo Samuel cocinaba unos brownies de los que se hacían en el instante.

- Tengo que darme un baño, después de anoche lo necesito.- le comentó ella mientras que se sacudía las migas de las manos al haber acabado su desayuno.

- Que casualidad... yo también.- exclamó él con una expresión inocente fingida.

- Si te sumas, ma vas a demorar.- le dijo ella tratando sonar indiferente a la propuesta, aunque por dentro se moría  por aceptar.

- Por supuesto que sí. Ser rápido nunca fue mi estilo.- le se acercó más seductoramente. Carla sonrió por que era cierto, Samuel jamás acababa rápido y eso a ella le encantaba.

Y así, tan inocentemente como empezó su mañana, Samuel se encontraba embistiéndola contra la pared del baño prometiéndole que cuando termine, no podría sentir las piernas y los vecinos conocerían su nombre. Lo cual no fue muy ajeno a la realidad, ya que Carla no se privó de gritar todas las sensaciones que estaba experimentando en su cuerpo.

_._

Al haber madrugado, Samuel y Carla tenían tiempo de sobra para ir al colegio, así que decidieron ir caminando mientras que disfrutaban de la suave brisa que la mañana les propiciaba.

- ¿Entraremos al colegio así?- le preguntó ella después de un rato haciendo referencia a que ya se encontraban muy cerca del colegio y estaban tomados de las manos.

- Solamente si es algo con lo que te sientes cómoda.- apuntó él.

Carla comenzó a hacer una lista de pros y contras en su cabeza, pero ningún contra compensaba lo extremadamente bien que se sentiría ver el rostro de Rebeka al verlos. Esto provocó que una sonrisa medio malvada medio satisfecha apareciera en las comisuras de los labios de Carla.

- Me lo compensarás en la noche.- lo provocó.

- Vale, estoy muy dispuesto.- le siguió el juego y ambos comenzaron a reír.

Mío o de nadie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora